Expongo mi preocupación por la realidad de la movilidad en València, al considerar que estamos incumpliendo, como corporación, requisitos imprescindibles para ser una ciudad sostenible.

El transporte público y el plan de movilidad se han quedado desfasados ante la Covid-19. La pandemia ha cambiado el comportamiento de las personas. Las relaciones sociales, tan deseadas anteriormente, hoy son principal causa de propagación y no observamos ninguna medida, ni en las paradas, ni en los trayectos, ni en las frecuencias, ni en los transbordos… No se ha visto una adaptación a la nueva realidad, no se está garantizando la seguridad en la red , uno de los motivos que causó la huelga de los conductores.

Por otra parte, sin flexibilidad no hay movilidad sostenible. Sin ésta y «sin cintura», estamos provocando que los habitantes del área metropolitana desistan de acudir a los cines, restaurantes y tiendas del centro, realizando sus compras y disfrutando su ocio en los centros comerciales de fuera de la ciudad. ¿Cómo exigimos un IBI o tasas a negocios sin clientes? Tenemos que hacer los ajustes tácticos oportunos en cada momento, como hicimos unos días antes de Todos los Santos, permitiendo que los valencianos pudieran entrar en coche a la plaza del Ayuntamiento a recoger sus encargos de flores.

Por qué no dejar flexibilizar la entrada de coches en ciertos momentos o aparcar en el carril bus en ocasiones puntuales… Quizás no a toda hora la EMT necesita dos carriles en la calle Colón... Debemos tender hacia un concepto de la movilidad flexible, metropolitana, con calles abiertas, adaptable a horarios, fechas o circunstancias.

«Si todo lo que hacemos en nuestras ciudades funciona bien para niños de 8 años y adultos de 80, será óptimo para todos», lo dice «8 80 Cities», una organización internacional sin ánimo de lucro especializada en movilidad y espacio público y le diré, señor Ribó, que coincido plenamente con esta idea de una movilidad universal; para todos los ciudadanos sin excepción. La movilidad tiene que estar adaptada a todas las edades, circunstancias y situaciones. Hay muchas personas que no pueden utilizar la bicicleta ni el patinete y que en estos momentos tienen miedo al transporte público. En definitiva, adaptación a la nueva realidad del Covid, flexibilidad con visión metropolitana y movilidad para todas las edades y situaciones personales, son tres requisitos que necesitamos incorporar a nuestra movilidad.