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Nueva vida para la barraca de Aranda

La vivienda más antigua de El Palmar inicia en breve las obras para evitar su derrumbe tras casi un año de trámites

Los responsables de la propiedad y de la obra con el alcalde Ernest Peris. A la derecha, estado del interior del inmueble. | LEVANTE-EMV

La barraca está vallada como medida preventiva. | LEVANTE-EMV

Nueva vida para la barraca de Aranda

Nueva vida para la barraca de Aranda

No era abrir una cápsula del tiempo, pero casi. Tanto, que «uno de los descendientes de los antiguos propietarios vio las fotos que pusimos en redes sociales, en la que había una imagen de la Virgen, que creía que quizá la tenía la hermana. Llamó para ver si la podía recuperar y los actuales dueños no han puesto ningún problema». Antiguos cacharros en medio de una edificación llena de puntales, la única forma de que se conservara aún en pie la techumbre de la barraca «de Aranda», la única original, de más de 125 años de antigüedad, que queda en El Palmar y que va a salir definitivamente de su abandono tras recorrer meses de trámites municipales, los necesarios para que la reforma de un bien protegido se lleve a cabo sin atentados a la historia, «como así va a ser». Acogerá la Associació de Vela Llatina l’Alcatí, después que el intento inicial de la propiedad fuera tener un restaurante, descartado por Patrimonio. «Es una buena noticia para el pueblo porque se evita a todos los efectos perder una pieza básica de la historia», aseguraba el alcalde Ernest Peris. «Que, entiendo, si se hubiese entrado en un callejón sin salida al final la tendríamos que haber adquirido, porque es un bien protegido, lo mismo que ha pasado con la Trilladora. Pero lo importante es que la propiedad le va a dar uso, que la restauración va a ser completamente fiel y que la idea es que sea factible abrirla para colegios, estudiantes de arquitectura... que desvele todas sus características».

El martes se cursó la visita previa al inicio de las obras por parte del equipo responsable de la restauración. Que debe hacerse respetando escrupulosamente las peculiaridades históricas en materiales de construcción. «Han conseguido incluso un molde para los ladrillos». El más importante, el techo: vencer la tentación de echarle una chapa de uralita, el recurso pragmático en tantas barracas. Lo cierto es que el deterioro era cada vez mayor y, desde hace unos meses el entorno de la barraca había sido vallado ante el peligro de que cayera alguno de sus elementos.

Ernest Peris recuerda que «en esa barraca llegaron a vivir ocho personas». Dos hermanos Aranda, la esposa de uno de ellos y sus cinco hijos. Finalmente fue abandonada y fue acumulando deterioro con el paso del tiempo. Eso sí, nunca ha faltado la vereda con toda una jardinera de «Don Pedros», aún a costa de que en ese margen no haya aceras.

Una lona azul cubre una parte del techo ya a cielo abierto y la llegada de más lluvias habría puesto en peligro la estabilidad de la emblemática construcción. «Se ha trabajado mucho para sacar adelante todas las licencias. Las delegaciones de Urbanismo y Parque Natural de l'Albufera le han puesto mucho interés, incluyendo a Sandra Gómez y Sergi Campillo», dice el alcalde. «La barraca es una imagen que nos encontramos todos los días y no podía gustarnos a nadie ver cómo se iba deteriorando».

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