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Cuando el Graf Zeppelin voló València

El dirigible sobrevoló la capital entre 1929 y 1933 y fue testigo de grandes hechos históricos

Cuando el Graf Zeppelin voló València

El 24 de octubre de 1929 a las 8:00 p.m., algo inhabitual llamó la atención de los Valèncianos, un dirigible de grandes dimensiones sobrevolaba la ciudad con gran estruendo. Así lo narraba al día siguiente el diario El Mercantil Valènciano: «A las ocho en punto en nuestra ciudad se oyó un zumbido fuerte y continuado semejante al de varios motores de aeroplano. Poco a poco el ruido aumentó y el gentío que a dicha hora transita diariamente por València se dio cuenta de la presencia del Zeppelin, que volaba majestuosamente a poca altura de los tejados […] Éste pudo verse perfectamente, pues llevaba todas las luces de la cabina encendidas, así como los reflectores laterales. Además, desde el puerto, los reflectores del «Dato» proyectaron sobre él en algunos momentos […] El espectáculo fue realmente precioso ya que en algunos puntos, como el Parque de Emilio Castelar, plaza de la Reina y Glorieta, el Zeppelin evolucionó a poquísima altura. A las ocho y diez minutos, cruzando por la calle Conde de Salvatierra de Álava, dio vuelta en el Mercado de Colón y enfiló hacia la Glorieta. A la altura de dicho jardín viró nuevamente y tomó rumbo al mar».

Se trataba del dirigible D-LZ127 Graf Zeppelin que había partido a las 7 de la mañana del día 24 de octubre de su base en Friedrichshafen en el estado federal de Baden-Wüttemberg (Alemania) a orillas del lago Constanza, dirigido por el comandante Eckener para realizar una visita a la Exposición Internacional de Barcelona, donde se celebraba la semana de Alemania. Después de sobrevolar Lyon y Nimes llegó a la ciudad condal sobre las tres y diez de la tarde, según informaba el diario La Vanguardia. A pesar de que el objetivo del viaje era la visita a la Exposición, el dirigible no pudo aterrizar en el aeropuerto del Prat por carecer este de los elementos necesarios para su amarre. Después de sobrevolar y evolucionar sobre la ciudad, a las 4 y 25 de la tarde puso rumbo hacia el sur y se dirigió hacia València.

La ciudad en aquellas fechas estaba en plena transformación, la plaza Emilio Castelar -actual de l’Ajuntament- estaba en proceso de remodelación con un proyecto del arquitecto Javier Goerlich que incluía la célebre y hoy añorada «tortada». Carlos Sousa, Marqués de Sotelo, hacía un par de años que había accedido a la alcaldía. La arboleda del parque había sido talada; la comercial Baixada de Sant Francesc desaparecía con comercios tan emblemáticos, como la relojería de Juan Bautista Carbonell donde se vendía el célebre «cudolet», un despertador que se hizo muy popular por su buen funcionamiento y bajo precio. La emblemática pastelería El Postre Martí, que luego se trasladaría al actual nº 5 de la ya remodelada plaza, Casa Cuesta que había ocupado el local del Bar Torino, donde se fundó el València C.F. y la tienda de turrones Galiana entre otros. El célebre «Nano del Carrer en Llop» se había trasladado a la Canyada, a un chalet del periodista y editor Vicent Miquel Carceller, director durante muchos años de la revista satírica «La Traca» y promotor de la urbanización La Canyada fusilado en Paterna en 1940; también desaparecieron el Palacio de Jura Real y el Hotel València -antigua Fonda de San Antonio-. En su lugar se levantaron las nuevas edificaciones que hoy conocemos proyectadas por arquitectos de la categoría de Joaquín Rieta, Javier Goerlich, Cayetano Borso di Carminatti, Luis Albert, Carlos Carbonell… que se unieron a los ya construidos por Francisco Mora y Francisco Almenar a principios de la segunda década del siglo XX.

La prensa era prácticamente el único medio de información, la televisión sólo era un proyecto y la radio empezaba a despertar; habría que esperar al 10 de septiembre de 1931 para poder escuchar la primera emisión de la emisora EAJ3 Radio València de la Sociedad Española de Radiodifusión que emitía en onda de 238,3 metros equivalentes a 1259 Kilociclos, una de las emisoras de radiodifusión nacidas a partir de Unión Radio creada a finales del año 1924. Y fue la prensa, en concreto el diario ABC, el propulsor de un concurso nacional de bellezas. El Mercantil Valènciano fue el encargado de designar una candidata por València y eligió a Pepita Samper como su representante. En enero de ese año la Valènciana se convirtió en la primera «Señorita España» en la historia de este concurso, el equivalente al título de «miss» actual.

Si ese 24 de octubre de 1929 hubiera querido aterrizar el LZ127 Graf Zeppelin en València, tampoco lo podría haber hecho. Tan sólo disponía de un aeródromo provisional que desde 1909 funcionaba en la playa de la Malva-rosa y en el que sólo se realizaban pruebas, exhibiciones, carreras y algún que otro aterrizaje esporádico. Se barajaban dos opciones para su ubicación definitiva, la dehesa del Saler que por su cercanía al mar podía dar servicio a los hidroaviones y el Pla de Quart cerca de Manises, lugar finalmente elegido para el nuevo aeropuerto inaugurado el 19 de marzo de 1933.

La segunda visita del dirigible «Conde Zeppelin» se produjo el 13 de septiembre de 1932 y aunque la noticia más destacada en la prensa local ese día era la publicación del texto de la Reforma Agraria, el paso del dirigible por la ciudad no pasó desapercibido en sus páginas y así narraba el diario El Pueblo la noticia: «A las 8:15 de la mañana de ayer, el tiempo mostraba aspecto amenazador y caía abundantísima lluvia […] en aquel momento, un potentísimo ruido de motores llamó poderosamente la atención del público que se dirigía al trabajo y que, sorprendido por aquel diluvio de agua, se había refugiado en los portales de las casas. Poco después, entre la bruma, se vio pasar como una sombra a la hermosa motonave alemana Graf Zeppelin que, capeando los efectos del temporal, había buscado en la zona baja refugio y trataba de orientarse en dirección al mar, volando a tan escasa altura que los que tuvimos la dicha de presenciar su majestuoso paso, pudimos divisar perfectamente, a pesar del tiempo, las luces de la navecilla y hasta la sombra que proyectaban sobre los cristales alguno de sus ocupantes.

El Graf Zeppelin, cuando llegó a la altura de Torrent, puso su proa en dirección a Baleares, desapareciendo entre la bruma [...] llevando a bordo nueve pasajeros y noventa kilos de correspondencia.» La imagen fue captada por la cámara de Vicente Barberá Masip, o por algún fotógrafo de su estudio ya que el 1 de abril de 1931, Vicente Barberá debido a una grave enfermedad que le impedía realizar su trabajo, había cedido su negocio fotográfico a su sobrino Enrique Desfilis Barberá autorizándole para hacer uso de la marca comercial V. Barberá Masip.

Por el diario Las Provincias del 16 de septiembre se supo que había aterrizado sin ningún incidente el día anterior en Praia Giquia (Recife-Pernambuco) a las 19:15 horas.

El LZ127 Graf Zeppelin había partido a las 22 horas del día 12 de septiembre desde su base en Friedrichshafen con destino a Recife en el estado de Pernambuco (Brasil). Era uno más de los muchos viajes que realizó cubriendo la ruta entre Alemania y América del Sur.

Sorprende bastante la información que da el diario El Pueblo, de que transportaba sólo nueve pasajeros, cuando su capacidad era para veinte, y más en un viaje de estas características. Llevaba una tripulación de 39 personas y era hasta entonces el mayor dirigible construido. Tenía una longitud de 236,53 metros y un volumen de 105.000 metros cúbicos. Su diámetro máximo era de 30,48 metros. En la barquilla iban la tripulación y los pasajeros, disponía de un comedor, camarotes para los pasajeros y servicios separados para hombre y mujeres. El gas utilizado era hidrógeno y disponía de cinco motores Maybach de 550 CV, que estaban alimentados con «gas blau», una mezcla de etano y etileno más ligero que el aire, pudiendo alcanzar una velocidad de hasta 130 Km/h. Las siglas «LZ» que lucía en su estructura exterior eran las iniciales de «Luftschiffbau Zeppelin», algo así como «Construcción de Dirigibles Zeppelin», nombre en homenaje a Ferdinand von Zeppelin inventor e impulsor de la construcción de dirigibles de estructura rígida.

Pero entre la primera visita del Graf Zeppelin y la segunda, habían ocurrido muchas cosas. Cayó la dictadura de Primo de Rivera y en febrero de 1930 se iniciaba la «dictablanda» de Dámaso Berenguer. Los trabajadores de la siderurgia de los Altos Hornos de Sagunt estaban en pie de guerra. Llapissera y la Banda del Empastre ponían su nota de humor desde la Plaza de Toros, mientras Federico García Sanchiz con sus charlas, precursor de insufribles monologuistas, distraía tertulias y cenáculos. Las estatuas siguieron migrando, la del pintor José de Ribera «El Españoleto» se mudó a la plaza del Poeta Llorente, a escasos metros de su ubicación inicial. Como lo haría dos años después el Marqués de Campo trasladándose a la plaza de Cánovas del Castillo. En Jaca, los capitanes Fermín Galán y Ángel García se pronunciaron a favor de la república; un juicio sumarísimo y su fusilamiento acabó, de momento, con el sueño republicano.

El 14 de abril de 1931, a la vista del resultado de las elecciones municipales del 12 de abril, se proclama la Segunda República. Noticias como la inauguración del Teatro Alkázar, o el inicio de las obras de la carretera del Saler al Perelló quedan en un segundo plano. La desbordante alegría inicial se ve ensombrecida por los deplorables sucesos protagonizados por grupos incontrolados, con la quema y saqueo de iglesias y conventos. El Ayuntamiento de València aprueba un proyecto de Estatut d’Autonomía al que se adhieren poblaciones como Dénia, La Vila Joiosa, Nules y Vila real, pero que rechazan las ciudades de Castelló y Alacant.

El 3 de octubre de 1932, el Graf Zeppelin en viaje de regreso sobrevoló sobre las 15:30 la ciudad y después de evolucionar sobre ella, según la prensa local, siguió rumbo a Barcelona.

La última visita documentada fue el 1 de noviembre de 1933 sobre las dos de la tarde, procedía de Sevilla e iba dirigido por el comandante Eckener, continuando su viaje hacia Barcelona, según informó el periódico Las Provincias, en cuya primera página publicaba un artículo de Ramiro de Maeztu «El fascio en España», en el que mostraba su admiración por José Antonio Primo de Rivera y se posicionaba por la desaparición de los partidos políticos.

Tres días antes, a bordo del acorazado Jaime I, llegaba al puerto de València el féretro con los restos de Vicente Blasco Ibáñez, una inmensa multitud acompañó el féretro desde el muelle de poniente hasta la Llotja donde estuvo expuesto hasta el día de su entierro el 5 de noviembre.

El dirigible, no sólo transportaba personas, también sacas de correo que como en el caso de València, Barcelona o Sevilla en las que no hacía escala lanzaba las sacas con una baliza de localización.

En 1933 su aspecto exterior quedó modificado al incluir en sus alerones la cruz gamada sobre fondo rojo; finalmente, en 1937 después de 600 vuelos, un millón y medio de kilómetros recorridos, 18.000 pasajeros transportados, toneladas de correspondencia y sin ningún incidente grave que constatar, fue desguazado para con sus restos construir aviones para la Luftwaffe. Luis de Sirval era la nueva denominación de la calle de las Barcas y en el número 7 el Edén Concert, se anunciaba como el mejor cabaret de España. Cincuenta bellísimas artistas y las estrellas Maruja de Aragón, Vera Orlova, Solita Navarro, Rosita Vallés y la orquestina Dolz Band Club amenizaban las noches de la ciudad.

El desastre en 1937 de su sucesor el D-LZ129 «Hindenburg» y el estallido de la Segunda Guerra Mundial dio fin a la aventura del dirigible como medio de transporte comercial. El 31 de marzo de 1939, las tropas franquistas desfilaban por la, aún, Plaza de Emilio Castelar.

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