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Tribuna

Nuestro Parque Central

Parque Central de València

Salir de casa hace años era una aventura; ahora, la realidad es googleable, como dice el filósofo José Carlos Ruiz y, por ello, «tienes la sensación de que el mundo es cercano, familiar y cognoscible». Se ha perdido el factor asombro, de manera que lo externo a nosotros se destensiona. Preparamos los viajes antes de salir, sabemos dónde vamos a ir, qué vamos a hacer, cuál va a ser nuestro recorrido y hasta casi qué vamos a comer y otras cosas más. De tal forma que, como dice Brandrillard se pierde a veces hasta la ilusión y «el asombro por un exceso de realidad». Ahora bien, una vez que todo está preparado, dónde se queda el factor sorpresa, qué nos puede sorprender si lo llevamos todo atado y bien atado. ¿Han pensado en ello? Afirma Ruiz que el ciberviaje es «el preparativo que nos apacigua la ansiedad previa de la marcha». Ahora, con el covid, enemigo público número uno, más que nunca se cumple este axioma. Si no han hecho la prueba, pueden hacerla y verán cómo que, tan solo con los preparativos de ese viaje googleable, efectivamente se calmará su anhelo por salir de la rutina. Para viajar y salir de nuestra rutina diaria, para cambiar de aires o mejorar nuestro rostro con el atisbo de una sonrisa escondida tras nuestra mascarilla, no hace falta tantos preparativos. Podemos salir y sonreír sin preparar nada en busca de que algo o alguien nos pueda sorprender gratamente. Me refiero a viajar a través de nuestro Parque Central, recientemente construido en València.

Esta mañana, mientras tomaba unas notas para una futura novela, me sorprendió ver un gato dormitando en lo alto de un árbol. No solo a mí, sino a cuántos pasaban por allí. No tardaron en fotografiar al felino porque, recostado entre las ramas de aquel árbol, observaba a todas las personas que estábamos paseando por el parque. De pronto, cuando aparecieron otros dos gatos, se fue tras ellos raudo y veloz. Pasear por el Parque Central es un placer y una aventura para los sentidos: observando árboles, flores, plantas, estanques y láminas de agua; oliendo los perfumes de las rosas, de los jazmines y del azahar; escuchando el trinar de los pájaros; y disfrutando de cómo transcurre el agua y se precipita en pequeñas cascadas. Pasear por el Parque Central es además una ocasión para prestar atención a los otros paseantes, personas solas o en compañía, con o sin perros, corriendo o haciendo ejercicio, practicando yoga o taichi, meditando, leyendo o escribiendo como hacemos algunos… o simplemente pensando en las musarañas. Los más pequeños también disfrutan del parque corriendo, jugando con el agua, observando las flores o persiguiendo lagartijas y libélulas. Recorriendo el Parque Central, aunque lo hagas solo, no te sientes nunca solo porque socializas con la mirada y el ambiente que se crea entre todas las personas que lo visitamos.

Salir de casa puede llegar a ser una aventura, tómenselo con tiempo, sin prisas, disfruten de cada instante, de lo que sientan a su alrededor, bien sea en el Parque Central o en cualquier otro lugar. Es una buena fórmula de calmar y alegarse de la hiperactividad. La ventura, afirma José Carlos Ruiz, «supone una actitud expectante y abierta hacia lo que pueda pasar, implica estar atento a lo que llega, a lo que uno se encuentra, mirar alrededor, no solo hacia adelante, y esperar a ver qué sucede».

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