Vanessa Peña y su marido cobran 670 euros de prestación por desempleo, una cantidad que no les permite sufragar los gastos que supone una vivienda y conservar algunos ahorros para satisfacer necesidades básicas como la comida o el agua.

Ella figura como adjudicataria en una de las bolsas de alquiler asequible que ofrece el Ayuntamiento de València pero el elevado coste de estos no les permite acceder a esta ayuda, como le ocurre a muchas personas interesadas en ella.

«Los precios son muy caros, ya que rondan entre los 300 y los 500 euros, por lo que si me lo diesen, tendría que pedir ayuda a los Servicios Sociales para poder comer», explica.

Estas viviendas las pueden solicitar aquellas personas que requieran un hogar en régimen de alquiler asequible para destinarla a vivienda habitual y permanente. Para ello, deben estar inscritos en el registro de demandantes del alquiler del consistorio, estar empadronados en el término municipal de València, no tener en pleno dominio una vivienda, contar con unos ingresos mínimos para el pago de la renta y, por último, los ingresos anuales de la unidad de convivencia no pueden ser superiores a 3,5 veces el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples.

El consistorio valenciano ofrece actualmente varios espacios, que rondan entre los 60 m² y los 90 m², y que tienen entre dos y tres habitaciones. El más barato se encuentra en la calle Marqués de Sant Joan, compuesto por dos habitaciones y 60 m², y tiene un precio de 322 euros mensuales. En el extremo contrario, se encuentra un alquiler en la calle Barraca, con dos dormitorios y 92 m², que cuesta 492 euros.

Esto ha comportado que Vanessa haya tenido que solicitar también un alquiler social. «Nos han dicho que estamos en el puesto número 12, pero no sabemos cuándo nos lo darán», explica.

A causa de esta situación, esta vecina de València lleva desde el día 26 de julio viviendo en un albergue social, el cual le ofreció el equipo de Servicios Sociales. Explica que la vida en un albergue es «un poco complicada, aunque me proporcionan las cinco comidas, me puedo duchar, lavar la ropa y me atienden todo lo que pueden». De momento, desconoce el tiempo que estará aquí.

Vanessa se encuentra hospedada en este lugar, mientras que su hija, de 19 años, está viviendo con una amiga y su marido se encuentra en casa de un compañero. Antes de llegar a este extremo, reconoce que estaban de okupas, ya que no se podían permitir un alquiler y «necesitábamos un techo bajo el cual dormir, pero nos echaron del lugar».

Afirma que se encuentra en una situación bastante difícil. Además, su hija tampoco puede trabajar porque «no la quieren empadronar en la ciudad, ya que nos dicen que no tenemos un domicilio, que es lo que estamos reclamando».

Esta vecina también ha intentado contactar en varias ocasiones con el alcalde de València, Joan Ribó, pero «no he recibido ninguna respuesta ni me han querido hacer caso». Por el momento, denuncia que solo le queda esperar para ver si pronto llega una solución que le permita mejorar sus condiciones de vida actuales.