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"Si no encontramos un local, las 8 mujeres se quedarán sin un hogar"

En un mes deben abandonar el inmueble por falta de dinero

Voluntarias y usuarias de la asociación Ananda Maitreya. | LEVANTE-EMV

«Yo llegué aquí con problemas de adicción, pensaba que no los superaría, pero gracias a la asociación Ananda Maitreya lo he conseguido y se han convertido en mi refugio». Este es el testimonio de Magda, una de las ocho mujeres que vive en este centro de pernoctación para mujeres sin techo, Ananda Maitreya. Sin embargo, ella y el resto de miembros deberán abandonar en octubre el local en el que se encuentran por no poder pagar el alquiler debido a problemas económicos. Desde la asociación señalan que, anteriormente, «podíamos cubrir los gastos con los beneficios que obteníamos a través de los distintos talleres que realizábamos», pero, tras la pandemia, «la gente dejó de venir y no obtuvimos los ingresos suficientes para cubrir los gastos».

Ante esta situación, denuncian que «necesitamos conseguir un alquiler más asequible o que alguien nos preste un local para poder ayudar a estas mujeres». Ángeles Bartual, una de las voluntarias del grupo, explica que «estas mujeres necesitan un hogar para poder recuperar su dignidad, aquí se encuentran empoderadas y necesitan un proceso de reinserción». En este sentido, añade que «algunas han sido violadas en la calle y otras no quieren estar en los albergues porque todavía existe un fuerte machismo». Por ello, reclaman un local, «aunque sea por un año para poder ahorrar»,y señalan que «no pedimos que sea muy grande, nosotras ya lo arreglaremos y pondremos todo el material y el personal necesario para adecuarlo».

En este sentido, destacan que «hemos escrito mensajes al Ayuntamiento, a Servicios Sociales y a Conselleria para pedirles una alternativa, pero no hemos obtenido ninguna respuesta».

Ángeles explica que «somos conscientes de la labor que estamos haciendo y, aunque hay momentos de bajón, yo he sido muy feliz aquí porque he visto la evolución de las mujeres y es muy enriquecedor a nivel personal».

Rosa María es una de las mujeres que utiliza este servicio y recalca que «nosotras nos sentimos protegidas y este último mes ha sido muy duro porque ellas nos han cambiado la vida y son nuestra familia». En este sentido, la voluntaria Emilia Nácher recalca que «vemos que están nerviosas por lo que pueda suceder, pero intentamos ser positivas porque no se pueden quedar en la calle».

«Me han aportado una estabilidad que no tenía, me he sentido apoyada, ilusionada y esperanzada por tener una nueva vida, por lo que se me caería el mundo encima si tuviese que volver a empezar de nuevo», afirma Rosa María con los ojos llenos de lágrimas.

Todas reconocen que sus vidas no han sido fáciles y «entre todas nos hemos entendido y ayudado». «Son como mi madre, yo había sufrido malos tratos en mi casa y necesitaba un apoyo que aquí encontré», señala la usuaria más joven, con tan solo 18 años.

Proyectos

Esta asociación está realizando varios proyectos simultáneos. Además de la «madriguera», es decir, la pernoctación de las mujeres en el local, ayudan a niños enfermos de los hospitales a través de juegos y festivales.

«Mujeres que ayudan a mujeres» es otra de las iniciativas que llevan a cabo desde Ananda Maitreya. En él, trabajan con mujeres víctimas de violencia de género o con niños a su cargo. Otra de las actividades desarolladas es la «biciterapia», en la que los hijos de víctimas de violencia de género realizan un paseo en bicicleta una vez a la semana. Por último, han conseguido que la EMT done un autobús para la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, el cual llevarán personalmente.

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