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Nueva plaza de la Reina: mucha piedra y mala sombra

Los bancos no tienen protección para el sol y los toldos no tienen asientos debajo

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Así está la plaza de la Reina poco antes de su inauguraciónMoisés Domínguez / A. Iranzo

Ha llegado el momento. Después de que, durante meses, mirar a través de las reindijas se haya convertido en una distracción habitual, la Plaza de la Reina está a punto de desvelar su aspecto definitivo para las próximas décadas. Una transformación radical, que durante los primeros días se llenará de opiniones y que, con el paso del tiempo, pasará a formar parte del paisaje de la ciudad como si hubiese estado toda la vida.

Va a ser la obra más comentada de todas las emprendidas en estos años. Tanto a favor como en contra. La más controvertida. Más que las plazas del Mercado o Brujas -ya plenamente normalizadas, una vez puestas en funcionamiento-. Primero, porque es un cambio muy brusco respecto al modelo anterior. Y después, por la propia personalidad de su impulsor. El concejal Giuseppe Grezzi tiene adeptos y críticos igual de fieles e, hiciera lo que hiciera, se le encontrarían cosas a favor o en contra con la misma vehemencia, aunque fuera retorciendo la realidad. La genial revolución de una plaza deseada o el destrozo de una plaza "con lo bonita que era antes". Ni una cosa ni la otra. Es una plaza con luces y sombras, en las que, precisamente, el gran debate son las luces y las sombras.

El cambio es evidente. Hasta ahora, estaba dividida en dos partes bien diferenciadas: una caótica rotonda donde se arracimaban automóviles, taxis, autobuses y hasta coches de caballos -una indignidad de plaza, para qué negarlo-, y otra, pacífica y peatonal, animada a la vista por jardines que no eran para pisar (salvo por los turistas en Fallas). En ambos casos, con unas más que limitadas aceras.

Ahora es una plaza toda peatonal, diáfana en una gran parte de su superficie, acompañada por elementos de jardinería y mobiliario repartidos por su interior.

Todo preparado en la nueva Plaza de la ReinaMiguel Angel Montesinos

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Críticas de Podemos València

A partir de ahí, las valoraciones. Este jueves hasta Podemos València la ha criticado sin ambages: "anacrónica". Sobre todo, por la falta de arbolado. "cuando se está evidenciando la necesaria renaturalización de los espacios para combatir el cambio climático y el efecto del calor, se sustituyen por fórmulas como unas pérgolas que se montarán en primavera y se retirarán en otoño. Si bien es cierto que se ha recuperado espacio para el peatón, no se ha tenido en cuenta el principal criterio de la renaturalización que demanda la mayoría social actual, con arbolado, suelos permeables o recuperación de la energía cinética, solar y eólica" asegura la formación morada en un comunicado. Si esto lo dice primos hermanos ideológicamente, lo que pueda salir desde sectores más conservadores será de todo menos bonito.

Ahí es donde más va a doler. La inauguración llega en el peor momento: en pleno y sofocante verano. Con lo que todos los focos irán hacia esa ausencia de sensaciones de frescor. A pesar de que árboles hay (115 en total), y más que antes y para los que Grezzi pide un tiempo para que "crezcan y abran las copas". Tampoco hay fuente ornamental -tan sólo alguna para beber- y la falta de sombras tiene una paradoja doble: donde la hay -las ya famosas pérgolas- no hay sitio donde sentarse, mientras que una gran cantidad de espacios para sentarse o tumbarse son a plena solana. Durante buena parte del año servirán, en todo caso, para intentar el experimento de intentar freir un huevo, como se hace en Córdoba.

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La espectacular transformación de la Plaza de la Reina en solo dos minutosA. Iranzo / Susan Burke

Aparcamiento bien integrado

Aspectos objetivamente positivos que tiene, además de la peatonalización como tal, es el aspecto amable del suelo. La desaparición plenamente del asfalto, que da paso a una piedra que no da tanta sensación sensación abrasiva -eso faltaba-. Y también lo bien integrada que está la entrada y salida del aparcamiento. El fragmento de vías del tranvía que quedan a la vista como recuerdo se verán directamente ancladas en el suelo.

Ha defendido Grezzi, sabedor que le van a criticar, y no poco, que "esto no es un jardín, sino una plaza, en la que se desarrollarán muchas actividades". Una de las principales, por su complejidad, es la Ofrenda de Fallas. La distribución de las inamovibles jardineras dejan algunas dudas razonables -las de la parte izquierda están alineadas rememorando las antiguas manzanas de viviendas-. Habrá que retirar una parte del mobiliario urbano para generar dos flujos. El Mercat de l'Escuraeta y el de Navidad y la falla Reina-Paz-San Vicente sí que disponen de terreno para desarrollarse.

Aun no se ha agendado el estreno de un espacio que no dejará indiferente. En las luces y en las sombras.

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