La cooperativa de pensionistas "Resistir" se manifestará el próximo martes ante el Palau de la Generalitat para exigir una ley que regule las viviendas colaborativas, es decir, grupos de viviendas para personas mayores, con servicios propios y gestión público privada. La cooperativa ya ha presentado tres proyectos en el Ayuntamiento de València y no han obtenido respuesta al no haber un marco legal que regule este tipo de viviendas, que quiere eludir el modelo de residencia de mayores clásico y que siguiere seguir una tendencia que en Europa lleva décadas implantada.

Para formar estos grupos de viviendas colaborativas, la cooperativa propone que el ayuntamiento ceda el suelo y avale el crédito que ellos mismos pedirán y pagarán para hacer las viviendas, que serán de su propiedad durante 75 años y que una vez transcurrido ese plazo pasarán a ser propiedad del consistorio. La idea es hacer viviendas de no más de 50 metros cuadrados, sin sótanos para garajes, y con servicios como lavandería, sala de primeros auxilios y centro cívico para la convivencia de los cooperativistas. Y la gestión sería compartida entre los propios cooperativistas y la administración al tratarse de un proyecto público-privado.

En la actualidad, la cooperativa ya ha presentado tres proyectos para tres solares públicos: uno de ellos en la calle Francisco Baldomá, de 47 viviendas; otro en la calle Juristas, de 33 viviendas; y un tercero en la calle Brasil, de 33 viviendas. Pero el ayuntamiento no le ha dado respuesta a ninguno de ellos. El problema es la falta de regulación, dicen, de este tipo de complejos.

En consecuencia, la cooperativa lleva casi un año negociando con la Generalitat una Ley de Vivienda Colaborativa. Y parece que ha habido avances. Pero ven que la legislatura se acaba y que el texto de esa ley no llega a las Corts, por lo que han decidido iniciar una mínima movilización para llamar la atención sobre este problema.

De entrada, el próximo martes, 11 de octubre, tienen previsto "abrazar" el Palau de la Generalitat -"nosotros ya somos muy mayores para manifestarnos", dicen- y exigir un impulso definitivo a esta regulación y pedir un sistema de financiación regulado y público.

Suficiente gente dispuesta

Por lo que a ellos respecta, asegura que hay gente preparada para entrar en estas cooperativas. En "Resistir" ya hay 98 socios y en un proyecto completamente privado que tenían en la calle Jesús María y que no pudo salir adelante, tenían también todas las plazas cubiertas. También para el proyecto de la calle Brasil tendrían personas dispuestas. "El principal problema con el que nos encontramos es que a las personas mayores nadie nos da un crédito, pero si el ayuntamiento nos avala, nosotros lo pagamos y no debe haber problema", aseguran los representantes de la cooperativa, cuyo objetivo es "evitar la soledad" en el último tramo de sus vidas.

Figuración del edificio del Cabanyal. Exterior. Levante-EMV

"Somos muchas las personas que queremos decidir cómo y con quién queremos vivir los últimos años de nuestra vida, participando activamente, compartiendo nuestras habilidades, apoyándonos mutuamente y sin que nadie decida por nosotras. Las viviendas colaborativas son una respuesta a las necesidades en la sociedad actual del colectivo de población, cada vez más amplio, en los tramos de edad superiores a los 65 años", explican.

En su opinión, el modelo de gestión de las residencias actuales ha puesto en evidencia sus múltiples carencias para ofrecer una atención digna y segura a los mayores en los últimos años de su vida, por tanto, "es necesario un modelo que no priorice el beneficio empresarial a la hora de cuidar a los mayores, sin dejar por esta razón de lado la necesaria eficiencia y eficacia en la prestación del servicio". Para ello "una cooperación publico privada, donde el sujeto privado esta representado por una cooperativa de mayores y jóvenes, donde los socios participen en la gestión del servicio, se muestra como una muy buena opción a considerar".