València enciende su Navidad

Árbol, luces y un tapiz completan la animación para unas fiestas que se prolongarán hasta el 7 de enero

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

La Navidad ha llegado a València con unas sensaciones más parecidas a lo que debe ser. Es decir, con frío. El inicio oficial lo marca el encendido de la decoración de Navidad, que completa así la que ya habían iniciado los grandes centros comerciales. Con el ritual ya en marcha, la ciudad lo pone todo de momento para disfrutar de un mes y una semana en un ambiente, cuanto menos, diferente al de la rutina.

La nueva Navidad, la del nuevo equipo de gobierno, tampoco es que cambie mucho respecto a la de los años anteriores. Hay más despliegue de luces, dentro de un crecimiento contenido, y ha regresado el belén de tamaño natural a la plaza del Ayuntamiento. Junto con el paisaje habitual: la pista de hielo, el carrusel o el árbol, las guirnaldas de las calles, los árboles en los barrios -no debió ser mala idea, porque se han multiplicado- los elementos de los comerciantes (otro árbol en Merced, una caja regalo luminosa en la plaza de los Fueros y una bola en Doctor Collado). Tan sólo quedan algunos elementos más propios del calendario, como los belenes que irán inaugurando parroquias y comisiones de falla (algunos ya han empezado, como el del Mercat del Cabanyal), los conciertos de villancicos, Expojove, la San Silvestre, las campanadas de fin de año o la Cabalgata de Reyes.

Lo que no cambia con el paso de los gobiernos es el triunfalismo de las cifras, porque lo que es indudable que cada año se está haciendo un poco más, aunque sin convertir la Navidad en un concurso de calles iluminadas. Este año, María José Catalá declaraba como hoja de servicio el crecimiento de la iluminación “hasta los dos millones de luces, que nos permitirá volver a vivir estas fiestas desde la ilusión y la alegría”.  

Tapiz en la fachada

En la fachada del Ayuntamiento se ha instalado un tapiz vegetal, una composición floral innovadora y sostenible realizada con especies vegetales como lentiscos, ramas de pino y abeto, junto con musgos de diferentes clases. Esta propuesta cuenta con la colaboración de la campeona del mundo de arte floral, la valenciana Lina Roig.

Otra de las novedades es la iluminación ornamental en los mercados municipales, con cerca de 60.000 euros de presupuesto porque “ellos son una parte importante estos días y queremos reforzar su imagen de cara a la Navidad. 

Un gasto comedido, muy lejos del "fenómeno Vigo"

La Navidad se ha puesto de moda y hay que reconocerle a Vigo la audacia de dar con esa tecla cuando se le dio un salto cualitativo, especialmente a partir de 2017, a una tradición que en la ciudad existía desde finales del Siglo XIX. Más allá del debate sobre la conveniencia o no, de la contaminación lumínica y de todas las contras, lo cierto es que pros debe tener los suficientes como para que, alumbrado por la idea de la corporación de Abel Caballero, otras ciudades se hayan lanzado a la carrera, más o menos desbocada, por convertir la ciudad de turno en una auténtica feria del led y la multitud. La deducción es fácil: hacer de la luz un reclamo, que atraiga turismo y, por consiguiente, reclamo. La ciudad gallega cifra que su inversión de 3 millones de euros se traduce en una cantidad -no está avalada por un trabajo científico- sobre los 750 millones de impacto económico. La misma cifra mágica de la que se ha hablado de las Fallas desde hace década y media y que figura como dogma de fe hasta que el Estudio de Impacto de la Universitat de València lo supere.

Lo cierto es que la idea de que las luces y el ambiente llaman a salir y consumir ha sido seguido por otros ayuntamientos, que han multiplicado su inversión. Especialmente en lo tocante a las atracciones de luces -guirnaldas y árboles- que invitan a ese consumo o a, simplemente, sentirse bien.

València se mantiene a la cola de esta carrera. Tradicionalmente, la ciudad no ha destacado especialmente por los derroches en este apartado y de momento así continúa. Y parece que continuará: hace apenas unos días, María José Catalá anunciaba un desembolso de 615.711 euros en concepto de decoración de Navidad y renunciaba, como en su momento proclamó Joan Ribó, a entrar en esa carrera: “prefiero una iluminación de calidad. Que València sea un motivo para venir, pero sin entrar en eso”.

Ese medio millón largo cifra que supone un aumento respecto al año anterior, de la misma manera que el anterior equipo de gobierno proclamaba que sus subidas eran sustanciales respecto a los anteriores mandatos del PP. Dicho de otra forma, mejorar la apuesta pero, visto lo visto, de perfil bajo. La partida navideña es muy confusa, porque cada ayuntamiento incluye diferentes partidas. Si en Vigo, según lo que se incluya, se habla entre 3,2 y 2,7 millones, 4,3 en Madrid -donde hay muchos kilómetros de ciudad iluminados, más allá de árboles de récord-, 1,9 de Barcelona 1,4 de Málaga y 1,2 de Sevilla, València presenta esos 615.711 euros. Para la decoración de Navidad también se cuenta con otro inversor no institucional, como es la Asociación de Comerciantes del Centro.

Hay un argumento importante a valorar en ese sentido: la Navidad no es la primera fiesta de la ciudad. Ni la segunda ni la tercera. Sin embargo, la inversión en Fiestas coloca a València en la primera posición de inversión municipal, según un informe del Ministerio de Hacienda -independientemente de que Madrid lo tenga integrado en el epígrafe de Cultura-. Así, con 10,6 millones, está por delante de Barcelona (10,1), Sevilla (8,7), Santa Cruz de Tenerife (7) y Málaga (6,8). Vigo, por ejemplo, figura en octava posición con 4,9 millones, lo que viene a significar que, después de la Navidad, la actividad festiva se reduce ostensiblemente. Sin embargo, València