El largo viaje del santo grial hasta la Catedral de València

La reliquia más conocida de la cristiandad viajó de Jerusalén a Roma y de allí a Huesca y San Juan de La Peña para, ya en el siglo XV, ser llevada dentro del relicario real a València

El Santo Cáliz custodiado en la Catedral de València

El Santo Cáliz custodiado en la Catedral de València

La copa de la Última Cena que se venera en la catedral de València y cuyos propietarios, según la teoría del investigador valenciano Manuel Zarco, pudo ser la familia de San Marcos, persona de confianza y traductor de San Pedro, llegó a València a finales del siglo XV.

Mucho antes, en el siglo III, la reliquia había viajado desde Roma, donde San Pedro y los papas que le sucedieron la usaron y veneraron, a Huesca, huyendo de la persecución a los cristianos y de manos del diácono San Lorenzo natural de esta región pirenaica. La copa se mantuvo a buen recaudo en remotos monasterios de estas montañas hasta llegar a San Juan de la Peña donde se documentó en 1071 la existencia de un "precioso cáliz de piedra".

La reliquia fue entregada, más de tres siglos después, en el año 1399 al Rey de Aragón, Martín el Humano que la tuvo en el palacio real de La Aljafería de Zaragoza y luego, hasta su muerte, en el Palacio Real de Barcelona en 1410. El Santo Cáliz figura en el inventario de sus bienes.

Ya en manos reales, Alfonso V el Magnánimo, llevó en 1424 el relicario con la copa al Palacio Real de Valencia. La copa y otras reliquias se entregaron a la Catedral en depósito por la contribución a las campañas bélicas de Nápoles y nunca se recuperó.

Durante la Guerra de la Independencia, el Santo Cáliz fue llevado hasta Palma de Mallorca, huyendo de la rapacidad de los invasores napoleónicos, y durante la Guerra Civil permaneció oculta en el pueblo de Carlet. En la actualidad, apenas sale de la catedral, donde se custodia en una urna de cristal a prueba de balas. 

Suscríbete para seguir leyendo