Las campanas de los Santos Juanes vuelven a casa

Las seis piezas restauradas no tendrán un toque inaugural por respetar la Cuaresma. El Domingo de Ramos sonarán algunas y el Sábado Santo por la tarde voltearán las todas juntas por primera vez desde marzo de 2022

Cuelgan de nuevo las campanas de los Santos Juanes

Germán Caballero

Claudio Moreno

Claudio Moreno

Era mala hora, las cuatro de la tarde, pero la treintena de personas que asistió ayer al colgado de seis campanas de los Santos Juanes disfrutó de la liturgia industrial. Un torete mecánico sacó una por una las preciadas joyas a la Plaza del Mercado y una grúa fue izándolas hasta el campanario. «Antes todo esto lo hacía el pueblo con cuerdas, pero por suerte la cosa ha cambiado mucho. De todos modos, las campanas fundidas en bronce son quebradizas y hay que tener cuidado», explicaba VicenteTomás, jefe de la operación. El plan también pedía meticulosidad porque entre las piezas figuraba «El Borrego» de 1738, la campana más grande València, con un peso total de 3.700 kilos. Y se obró el milagro. Más de cuatro horas de cirugía fina devolvieron la música al popular templo de València. 

El jefe de la operación, Vicente Tomás, amarra una campana por el contrapeso para su posterior izado

El jefe de la operación, Vicente Tomás, amarra una campana por el contrapeso para su posterior izado / Germán Caballero

Aunque aún permanecerá mudo un mes. Lo contaba Vicente Gabarda, campanero de los Santos Juanes. «Las seis campanas restauradas —más una nueva que en el último año ya ha estado llamando a la feligresía— no tendrán un toque inaugural porque estamos en Cuaresma y hay que respetar la fecha». Así, los valencianos podrán volver a escuchar repicar las campanas de los Santos Juanes por primera vez el Domingo de Ramos, pero no serán todas, como manda la tradición desde hace 300 años. Las siete al mismo tiempo voltearán el Sábado Santo por la tarde. 

Sobre el trabajo de restauración que obligó a descolgar las campanas en marzo de 2022, Gabarda detalla que se han limpiado los bronces y se han restituido los contrapesos de madera de las dos más grande «El Borrego» y «El Joanot» —obviamente son apelativos— a partir de fotografías antiguas. 

De vuelta en casa, cinco de las siete campanas sonarán al arbitrio del campanero. «Solo habrá dos campanas electrificadas, que se activan con un botón, el resto se tocan totalmente a mano. En Santos Juanes hay una peculiariadad: fue la primera iglesia de València que las electrificó, en el año 63, pero en 2017 volvemos a ser los más modernos y les quitamos los motores porque entendemos que en la electrificación hay abuso de toques y una pérdida del orden en el tocar», relata Gabarda. «Además, el toque manual nos devuelve al barrio, porque los diez campaneros del templo somos de la zona». 

La subida de las campanas de los Santos Juanes duró más de cuatro horas

La subida de las campanas de los Santos Juanes duró más de cuatro horas / Germán Caballero

Hasta la Plaza de Brujas se acercaron también Mikel, Joan y Pau, de 19, 16 y 14 años. Son campaneros aficionados y vieron por primera vez una campana tan grande «delante de sus narices». El más joven, Pau, nunca había asistido a una subida de campanas y estaba nervioso por el acontecimiento, que grabó y convirtió en contenido para Youtube en Instagram. «Lo subimos a las redes pero no tiene demasiado seguimiento. La gente prefiere el fútbol», valoraron los chavales.

Y desde un segundo plano también siguieron el izado tres miembros de la Asociación de San Vicente Ferrer del Altar del Mercat. Estaban emocionados, porque la segunda campana más pequeña la han costeado ellos por un importe de unos 7.000 euros. La medalla, el santo y el nombre del altar volteará en una de las iglesias más emblemáticas de València. «Para una asociación modesta es un enorme orgullo», celebraron. 

"El Borrego" apareció en Barcelona

«El Borrego» tiene peso, tamaño, un nombre carismático y una historia de leyenda para añadir notoriedad. Las campanas de los Santos Juanes fueron descolgadas en 1937 y la más grande apareció dos años más tarde en Barcelona. Según relata el campanero, un asa en forma de dragón demostró que la pieza pertenecía a València, de modo que la parroquia tuvo que hacer un esfuerzo para traer de vuelta sus 2.098 kilos solo de bronce —el peso total es de 3.700 kilos—. El coste del porte fue de 806 pesetas y la campana estuvo varios años arrinconada a la derecha de la puerta de acceso a la iglesia hasta que en 1942 regresó a su campanario. Muchos viajes ya en ese bronce.