De pronto una mañana, un dolor difuso impide levantar el brazo. Esa postura tan habitual para pasear, como el de cruzar las manos en la espalda, se hace inaguantable. Y si tuviera que estirar el brazo para salvar la vida, seguramente no podría por el fracaso muscular. El hombro duele y dificulta el movimiento. Nunca le había ocurrido, quizá porque nunca tuvo los mismos años. Aunque alguna vez ya había sentido los avisos cuando forzaba la articulación, sea por los movimientos repetitivos, sea por la afición a tenis, o quizá por cuestiones mas prosaicas, como el movimiento de la fregona o del ratón del ordenador.

Posiblemente el médico, tras hacer la historia, le diagnostique una tendinitis. O quizá una bursitis. Y usted pregunte que qué es eso. Puede ser la inflamación del tendón en esa zona del hombro, (o de zonas adyacentes). O puede ser una bolsita (bursa) calcificada que impide un correcto funcionamiento del engranaje articular.

Es tan frecuente que cuando se pregunta a los especialistas cuáles son los dolores mas comunes, dicen sin titubeos: la columna lumbar, la rodilla, las cervicales y el hombro. Y normalmente por la afección de las partes blandas, como bursitis y tendinitis.

El hombro -no debe perderse de vista- es la articulación que brinda mayores posibilidades de movimiento. Porque es la de mayor amplitud de que disponemos. (Por eso es también una de las de mayor frecuencia de luxación o "dislocación"). Recordemos que la articulación es la unión, el engranaje de dos huesos para permitir el movimiento. Podríamos, para entendernos, comparar el cuerpo humano con una marioneta. La marioneta humana está formada por una serie de piezas, que son los huesos. Esos huesos tienen que estar movidos por una fuerza que les llega de los músculos a través de unos hilos que se llaman tendones. Pero para que todo eso funcione correctamente y las piezas no se salgan de su sitio, hace falta una fijeza, cosa que se hace con unas bandas o cinchas que se llaman ligamentos. Así los huesos encajan unos en otros, con un colchón almohadillado entre ellos, y fijados por esos ligamentos que mantienen la estabilidad.

En ese escenario, es fácil deducir que por un exceso de uso o un uso incorrecto, los tendones o sus vainas, pueden inflamarse. O por la edad, pueden aparecer pequeñas calcificaciones que a veces forman una especie de cápsula perfectamente visible a través de las radiografías.

Por que se produce

Prácticamente todos tenemos experiencia de ese dolor de hombro que si bien no es invalidante, si resta calidad de vida e impide una actividad normal.

Suele achacarse a actividades deportivas o a exceso de uso. Sin embargo, muchas veces aparece simplemente por una postura habitual en la cama si se duerme sobre el hombro o se tiene la costumbre -muy habitual- de pasar el brazo sobre la cabeza. Hay quien lo nota sobre todo al conducir. Y el ama de casa lo sufre cuando debe coger algo de un armario y debe elevar el brazo sobre la cabeza.

¿Que es lo que ocurre?. Simplemente que por exceso de uso, por incorrecto funcionamiento, o por posturas mantenidas durante horas, se inflama la difusa zona tendinosa y muscular. Otras veces, como hemos dicho, ese dolor esta causado por el deposito de calcio que impide un funcionamiento adecuado de los grupos tendinoso-musculares.

Inmediatamente le recomendarán analgésicos o antiinflamatorios. Se trata, naturalmente, de reducir la inflamación y permitir de nuevo el movimiento. Si tras ese tratamiento no se obtienen buenos resultados, muchos reumatólogos se inclinarán por la infiltración, es decir la inoculación en la zona de un poco de anestesia, con corticoides.

Las ondas de choque

Pero en ocasiones el dolor también es rebelde a ese tratamiento. No solo del hombro, sino también del llamado codo de tenista y hasta el de la fascitis plantar. ¿Qué hacer entonces?

El avance tecnológico que supuso la aplicación de las ondas de choque para el tratamiento de los cálculos renales, dio la clave. De la mano de la doctora Karin Freitag, de origen alemán, reumatóloga y asturiana de "adopción" y por matrimonio, se hicieron hace años las primeras experiencias.

-En el caso de las calcificaciones, es fácil de entender. Si las ondas de choque se utilizan para disolver los cálculos, mas fácil será deshacer los depósitos de calcio.

-¿Y como actúan en el caso de los tendinopatias?

-No solo por mi experiencia, sino por la de otros colegas se observa claramente su acción. Las ondas de choque modifican la expresión de los mediadores implicados en la reparación del tendón, así como la vascularización mejora la funcionalidad y por tanto, desaparece el dolor. Es como si aplicáramos una onda analgésica y antiinflamatoria, que acelera la recuperación de la fibra tendinosa.

-¿Se aplican directamente sobre la zona?

-Exactamente, porque nos guiamos por un ecógrafo.

La doctora Freitag tiene ya una amplia experiencia con la aplicación de estas ondas. Tras mas de cuatro años puede decir que por lo menos en el 90% de casos se obtiene un éxito total, sobre todo en el caso de tendinopatias calcificantes.

-También he comprobado que las fascitis plantares, dolor en la planta del pie, asociada o no al espolón calcáneo, evoluciona mejor si además se hace la oportuna corrección podológica. Pero las ondas de choque son efectivas en otras dolencias como las de cadera (trocanteritis), rodilla (tendinopatia rotuliana), tobillo y pie (tendinopatia aquilea, la más frecuente).

-Mejoran los resultados de las infiltraciones?

-Sí. La infiltración es la inyección de corticoide y anestésico que alivia rápidamente el dolor, pero que si se aplica de forma intermitente y repetitiva puede producir descalcificación del hueso. Aparte del riesgo poco probable, pero posible, de cristalización. Es verdad que se puede obtener una mejoría transitoria que permite reiniciar la actividad de manera inmediata. Pero todos tenemos experiencia de que eso puede agravar y empeorar la lesión por sobreesfuerzo. Y además, no siempre se obtiene ese resultado casi perfecto.

Las ondas se aplican con un cabezal que transmite la onda de manera directa en la zona, guiado por ecografía. Por término medio se realizan tres sesiones -aunque en ocasiones puede requerir cinco- dejando una semana entre cada una de ellas. El paciente no necesita ninguna preparación previa y el único efecto secundario que se puede advertir a veces es el dolor localizado por el impacto de la onda, dolor que es perfectamente soportable y por supuesto mucho menor que el que originó la consulta. La aplicación dura unos 20 minutos y después hay que poner una bolsa de hielo en la zona.

Lo importante es que durante el tratamiento se puede seguir el ritmo de vida habitual; si se trata de deportistas tendrán que disminuir la intensidad del trabajo articular para que no haya sobrecarga.

-¿Y no tiene contraindicaciones?

-Sí. Pacientes con marcapasos, por ejemplo, mujeres embarazadas y quienes sigan tratamiento con anticoagulantes, se pueden incluir a los pacientes antiagregados con aspirina y similares.

Se sigue avanzando en medicina gracias a la tecnología. Y con la vida sedentaria que llevamos, parece importante luchar contra las afecciones de partes blandas que pueden limitar nuestra actividad física.