Los poetas sobreviven a la muerte. Francisco Brines (Oliva, 1932) dejó de respirar ayer alrededor de las diez de la noche pero sus versos ya son eternos. El poeta de Oliva, cuya capilla ardiente estará instalada mañana sábado en el Ayuntamiento de Oliva, falleció en el Hospital Francesc de Borja de Gandia a los 89 años donde ingresó el pasado jueves, un día después de recibir el Premio Cervantes en la mítica L’Elca de manos de los reyes. Los monarcas se desplazaron a la morada de la poesía hispana para homenajear a un poeta único que fue capaz de escribir los mejores versos de los últimos años.