Cualquier ciudadano de la Unión Europea, por ejemplo un español, que llegue al Reino Unido tendrá seis meses para lograr un trabajo. Si no lo logra: será expulsado. Es una de las promesas electorales lanzadas hoy por David Cameron de cara a las legislativas del próximo mes de mayo. Para cumplirla, quiere obligar a sus socios comunitarios a cambiar las políticas de inmigración. Y les manda este mensaje de amenaza: "Si nuestras preocupaciones no son escuchadas y no podemos mejorar nuestras relaciones con la Unión Europea entonces no descarto nada". Más reformas radicales, como las ha calificado el propio primer ministro británico: durante sus primeros cuatro años en el país, los inmigrantes no podrán acogerse ni a las ayudas sociales ni a las desgravaciones fiscales.