Terminada la nueva prórroga de evacuación en la franja palestina, Israel sigue sitiando las fronteras de Gaza con un despliegue militar sin precedentes. Blindados, tanques y miles de soldados de infantería preparan la ofensiva terrestre con el apoyo de ataques por mar y aire. Una operación coordinada que se retrasa, por una parte por la situación de los 150 rehenes israelíes y extranjeros y, por otra, apunta el New York Times, por las condiciones meteorológicas que complicarían la cobertura aérea. Una incursión hacia una guerra larga y dura, avisan desde el gobierno de Netanyahu en Tel Aviv. Con combates urbanos casa por casa, entre las ruinas de los edificios ya destruidos, en un territorio de 45 kilómetros cuadrados en su mayoría urbanizado, que alberga campos de refugiados y cientos de miles de desplazados hacia el sur. Escenario densamente construido y poblado que resulta casi imposible para el avance de blindados y tanques, apuntan los expertos, y que complicaría aún más la capacidad de acción de los soldados israelíes, pese a ser 30 veces más que Hamás. Con brigadas yihadistas que exhiben, en vídeos propagandísticos su capacidad de respuesta ante cualquier ofensiva terrestre o aérea y que cuentan, además, con una extensa red de túneles, así como de francotiradores y minas anti tanque que ya hicieron fracasar a Israel en incursiones anteriores, como en 2014. Un avispero para uno de los ejércitos más poderosos del planeta en todos los frentes que, también, debe tener en cuenta a las milicias de Hizbulah en su frontera norte con el Líbano y un régimen iraní expectante ante cualquier paso en falso sobre territorio palestino.