A sus 75 años, Antonio Corrales y su mujer, Ana, tienen que subir andando los cuatro pisos que separan su casa del portal cada vez que salen a la calle. Son 68 escalones que a cualquiera le costaría su esfuerzo y que a su avanzada edad suponen un mundo. Como ellos, sus vecinas del quinto piso, una mujer y su madre que además de tener que hacer un esfuerzo extra para escalar los 16 escalones que separan su rellano del de Antonio, arrastran problemas de salud.