El Villarreal CF está inmerso en una espiral de negatividad y no sabe cómo salir de ella. El cuadro de la Plana Baixa tenía la oportunidad de dar un salto cualitativo en la Copa del Rey para recuperar la confianza y acabar de una vez por todas con los fantamas. Pero no pudo ser. Y no sólo eso: el submarino volvió a mostrar la doble cara que presenta esta temporada, con momento buenos de juego y otros no tanto, que le obligaron a conformarse con un empate agridulce que no satisface a nadie y que sigue preocupando a la cúpula directiva del club. A Javi Calleja se le agota el crédito.

El técnico madrileño fue fiel a su idea inicial y apostó por un novedoso once con hasta cuatro jugadores de la cantera. Miguel Llambrich y Xavi Quintillà -debutante en el día de ayer con el primer equipo- jugaron en los laterales, Chukwueze por la banda y Dani Raba de enganche. Sabía lo que se hacía el preparador del cuadro amarillo ya que todos ellos demostraron una gran complicidad y generaron algunas de las mejores ocasiones del primer tiempo. El problema es que, como viene sucediendo durante toda la temporada, ninguna de ellas se pudo materializar.

El primero en intentarlo fue Nicola Sansone, titular también ayer, tras un pase de Mario. Y luego comenzó el recital de los futbolistas más jóvenes. En una doble ocasión perdonaban Chukwueze primero y Raba después.

El Almería parecía tranquilo pese a verse con el agua al cuello y palparse el primer tanto del encuentro, pero los rojiblancos tenían más que ganar que perder y se lanzaron a por todas mediado el primer tiempo. Fue entonces cuando se vio la cara B del submarino. Esa que genera dudas en todos los encuentros al bajar la intensidad y hace crecerse a cualquier rival. La misma que se vio contra el Spartak de Moscú en la Liga Europa o contra el Alavés hace escasos días y que puso en entredicho el trabajo del cuadro amarillo. Esas sensaciones que meten miedo en el cuerpo de los jugadores, quienes no son capaces de sobreponerse.

El paso por vestuarios debía servir para analizar lo acontecido, enfriar las ideas y afrontar el segundo tiempo como la primera media hora del primer tiempo. Pero no pudo empezar peor. Un penalti cometido por Mario Gaspar sobre Caballero, al que pegó una patada en la nariz, permitió al Almería ponerse por delante en el marcador desde los once metros. Fue entonces cuando Calleja movió el banquillo y sacó a Pedraza y Fornals en sustitución de Miguelón y Raba, respectivamente. Y coincidió su presencia en el terreno de juego con un cambio más que interesante ya que el submarino consiguió empatar gracias a un gran gol de Cazorla, puso el 1-2 con un gol en propia puerta de Callejón y dejó sentenciado el partido con un tercer tanto de Chukwueze en el minuto 83.

Sin embargo, nadie esperaba que en el tramo final el partido se volviera loco y, de nuevo, apareciera la peor versión defensiva de los visitantes, quienes dejaron que el Almería dejara abierta la eliminatoria al conseguir la igualada definitiva a tres tantos con dos goles de Gassama en apenas seis minutos (86 y 91). Incluso pudo peder el partido el Villarreal, pero Andrés evitó la derrota para los amarillos.