Un bar puede ser una cosa muy seria, aunque no es lo habitual en Valencia. Alicante es otra historia. Allí en cualquier barucho de barrio te ofrecen quisquillas frescas, buenos salazones o un jamón de bellota de los de verdad. Pero en esta provincia cuesta muchísimo encontrar un bar de toda la vida donde se preocupen por la materia prima. Si alguno adquiere fama no suele ser porque tengan buena gamba o pescado de lonja para la fritura. Salvo contadas excepciones (como los casos de Maipi o Richard), el nivel de los bares valencianos es tan bajo que una tortilla de patatas bien hecha, o una ensaladilla con un puntito original es suficiente para que el negocio destaque por encima del resto de establecimientos.

Aperitivo Bar es una de esas excepciones a las que hago referencia. Es uno de los bares más emblemáticos de la Comunitat Valenciana. Leoncio Molina y Antonia Muñoz lo inauguraron hace treinta años. El local era pequeño, incómodo y estaba escondido en un barrio de Godella. Pero acabó haciéndose un nombre gracias al marisco que traían de Galicia y una plancha virtuosa. Cuando Leoncio falleció en el año 2002 muchos auguraron el cierre del establecimiento. No fue así. Ocurrió justamente lo contrario. Vicente (el primogénito de la familia) entró en el negocio y en 2009 se trasladaron a esta nueva ubicación: un local que no tiene una decoración cuidada pero que es más grande, más confortable y cuenta con una zona de cocina más equipada. Conserva, eso sí, el espíritu del viejo Aperitivo Bar, con el marisco siempre por bandera. Destacan sobre todo esos productos de cultivo que traen desde Galicia: enormes berberechos, navajas fresquísimas, buenos percebes€ Desde que Vicente pisó la cocina incorporaron algún plato de carne guisada. Al codillo de pato que preparaba en su época Leoncio (un plato obligado en la comanda), Vicente añadió un correcta carrillada y unas suculentas manitas de cerdo. Se sirven, como todo lo que se pide aquí, al centro a modo de picoteo.

Como para completar la carta la casa ofrece una larga colección de montaditos. No los recomiendo (excepto para quienes necesiten llenar el buche). Cierto es que no están malos, pero no se puede decir que tengan nada de especial y, rodeados de tanta excelencia como encontramos en la carta, acaban por parecer vulgares.

Los postres, elaborados por ellos, son bastante buenos. Merece la pena probar la crema quemada y, sobre todo, unos helados que recuerdan por su sabor a los de antes.

Ultimamente ronda el restaurante Sandra, la pequeña de la familia Molina Muñoz. Ha estudiado cocina y pastelería en Hofmann (Barcelona) y ahora anda decidiéndose entre si dedicarse a la cocina o a la psicología. Ojalá se quede en el negocio familiar. Acabaría dando al Aperitivo Bar ese empujoncito que necesita. Porque con algún pescado de lonja, algún plato más serio y una lista de sugerencias que fuera más amplia y siguiera más la temporada Aperitivo Bar se acabaría convirtiendo en uno de los grandes restaurantes de mercado. Pero€¡Qué demonios¡ restaurantes ya hay muchos y bares buenos muy poquitos. Así que mejor dejar al Aperitivo Bar con ese concepto de bar de alto standing con el que lo concibió en su día el bueno de Leoncio.