Con la vendimia 2018 recién finalizada, nadie mejor que el enólogo que controla casi la mitad del viñedo de la DOP Utiel-Requena, Diego Morcillo, para realizar un primer balance de lo que ha sido una campaña atípica.

P Gestiona la cosecha de 22.000 hectáreas de viñedo, el 60% de la DOP Utiel-Requena. Sabrá mejor que nadie si la de este año ha sido una buena campaña.

R Sí, lo cierto es que tenemos una visión bastante amplia del viñedo de esta región vinícola. Ha sido una campaña irregular. En algunos puntos el clima nos ha jugado una mala pasada, pero en muchas zonas de la comarca podemos hablar de una magnífica cosecha.

P Cada vez diversifican más los tipos de elaboraciones, casi seleccionando parcela a parcela. ¿Eso complicará el trabajo en bodega?

R Lo hace más complejo porque tenemos que estar más pendientes de muchos pequeños depósitos en lugar de unos pocos grandes, pero a la vez nos aporta la riqueza de tener una amplísima paleta de opciones para definir nuestros vinos.

P Más de 3.000 agricultores dependen de las rentas que obtienen por las uvas que se procesan en bodega. ¿No es mucha responsabilidad?

R Por supuesto, pero también es muy gratificante ver que el trabajo que desarrollamos los técnicos se refleja en beneficios para los agricultores, con los que tenemos cada vez una relación más cercana: la realidad es que en los últimos años notamos como los viticultores se identifican más con este proyecto. Nuestra obligación es respetarles a ellos y al viñedo.

P Aunque trabajan con muchas variedades de uva, en los últimos años casi todo aquí parece girar en torno a la variedad Bobal. ¿No es arriesgado jugarlo todo a una baza?

R De entrada, no creo que estemos jugando todo a esa carta. El mercado valora mucho lo autóctono y nosotros apostamos por nuestra autenticidad, pero tenemos otros varietales que también hablan de nuestras raíces y que no conviene dejar de lado.