Bodegas Gratias es, como dicen sus protagonistas, «un punto de encuentro en La Manchuela entre la tradición y la modernidad». Su viticultura es como la de antes, con prácticas de cultivo ecológico y biodinámico y elaboran algunos de sus vinos a la antigua usanza con tinajas de barro.

Ana Gómez, Iván, José y Silvia trabajan con viñedos de cepas viejas de ambas riberas del Cabriel, unos de propiedad familiar en el término albaceteño de Casas Ibáñez, otros arrendados en Requena, todos dentro de la Reserva de la Biosfera del valle y las hoces que forma este río, por lo que embotellan sin estar acogidos a ninguna de las dos DO de su entorno.

Además de depósitos de acero inoxidable y de barricas de roble cada vez están dando mayor protagonismo a las tinajas. Estas son de distintas procedencias, porque la arcilla que emplea cada alfarero y la forma que tiene de trabajarla difieren. «Por ejemplo», nos comenta Ana, «a la Tardana, variedad blanca muy reductiva, le va muy bien el poro grande, para que se oxigene, algo con lo que te podrías cargar un Garnacha Tinta». Con el mismo tipo de tinajas de entre 200 y 400 litros elaboran el tinto Tinaja, hecho con Bobal de cepas viejas. Las uvas maceran en tinaja con una pequeña parte de racimos enteros, sin aditivo alguno. Se prensa la pasta y continúa la fermentación en las mismas tinajas, donde también realiza una crianza de unos siete meses.

El Tinaja de 2018 es de color picota, de capa alta. Las cepas viejas y el terreno de arcillas rojas en las que están plantadas, junto a la elaboración, lo hacen un Bobal muy particular. De aroma intenso, es floral, recuerda la lavanda, a rebotica, a frutillos ácidos y especias, balsámico, complejo. Tiene buena entrada de boca, con mucha fruta, es fresco, expresivo, con cuerpo y estructura, con un gran final. Un vino que sienta bien al cuerpo y a la mente