El día en que Joaquín Ferrándiz Ventura (JFV) –el mayor asesino en serie de la historia de la Comunitat Valenciana– pise la calle de nuevo ya ha llegado. El feminicida, que acabó con la vida de cinco mujeres en Castellón entre 1995 y 1996, ha salido de la cárcel de Herrera la Mancha (Ciudad Real) –la misma de la que salió en 2013 Miguel Ricart, uno de los dos autores de los asesinatos de las niñas de Alcàsser–, donde cumple su condena, para disfrutar de dos permisos penitenciarios, bajo la tutela del párroco de prisión. Según ha podido conocer Mediterráneo, periódico de Prensa Ibérica, la misma empresa editora de Levante-EMV, JFV permanece durante sus salidas con la comunidad trinitaria de Valdepeñas, localidad ubicada a 47 kilómetros del centro penitenciario. Lo hace por mediación del sacerdote de Herrera la Mancha y en una asociación que favorece la reinserción de los presos.

Debe seguir unas normas

El primero de los permisos de los que recientemente disfrutó el asesino en serie tuvo una duración de cuatro días, mientras que en siguientes ocasiones las jornadas ya se extienden a seis. Durante esos días, Ferrándiz permaneció en un piso tutelado en el que los internos tienen unas normas que cumplir. Entre las más comunes están la de una hora límite de llegada a la casa y la prohibición de consumir alcohol o drogas.

JFV, que el próximo mes de julio liquidará su condena y será un hombre libre tras 25 años entre rejas –aunque no podrá acercarse a la provincia de Castellón durante un plazo de ocho años–, sigue trabajando como ordenanza en el centro penitenciario, como ya avanzara este diario en exclusiva tiempo atrás.

En Herrera la Mancha, Ferrándiz es un «preso modelo», según indican fuentes solventes. En la actualidad es el encargado del reparto de los productos higiénicos y continúa residiendo en el módulo de enfermería.

Quienes comparten tiempo con él en el centro lo describen como un hombre «muy listo», «educado» y de «excelente comportamiento», tanto con los funcionarios de prisiones, como con los internos.

Precisamente, fueron las características que le hicieron burlar durante casi tres años a la Guardia Civil y no levantar sospechas mientras cinco mujeres de Castellón –Sonia Rubio, Natalia Archelós, Mercedes Vélez, Francisca Salas y Amelia Sandra García– eran estranguladas en los años 90.

Tan impecable es su comportamiento dentro de la prisión que no ha recibido ningún parte disciplinario durante casi un cuarto de siglo privado de libertad.

Su madre, la única visita

Durante años, Ferrándiz solo ha recibido en prisión la visita de su madre, quien decidió alejarse de Castelló y marcharse a vivir a Castilla La Mancha para estar más cerca de su hijo, pese a unos crímenes que ella no acababa de creer que cometiera. Las mismas fuentes indican que JFV es en la actualidad un hombre de casi 60 años que ha logrado conservar un buen físico. Aunque no es el perfil de reo deportista, sí es una persona que «se cuida». Además, es un hombre que se esmera en su aseo personal y que mantiene un orden excelente en su celda, inciden.