Venezuela es un auténtico caos. Las protestas de la oposición en la calle se han saldado con varios muertos y cientos de detenidos. Nicolás Maduro ha sacado el ejército a la calle para contener a la oposición y ha armado a más de medio millón de civiles, fieles al régimen chavista para "defender la revolución". Una revolución que, sin duda, está viviendo sus últimos coletazos, pero que no va a facilitar en nada el tránsito a la democracia y que por desgracia puede acabar en una guerra civil, si no lo ha hecho ya de facto.

Maduro sigue aferrado al sillón presidencial y deja un país arruinado en lo social, en lo político y en lo económico. El referéndum revocatorio se ha ido posponiendo y no se vislumbra que vaya a celebrarse, a pesar de que la oposición ganó las elecciones legislativas de 2015. Pero el cambio y la ilusión que se generó entonces no ha llegado.

Aquí en España, hay quien todavía sigue defendiendo el régimen "democrático" venezolano, seguramente por aquello de que no puedes morder la mano de quien te da de comer, y ven como algo normal y democrático que se encarcele a los líderes de la oposición, como Leopoldo López, que sigue en prisión, acusado de encabezar una revuelta, que se saldó con varios muertos. Una acusación desmentida por el propio fiscal Franklin Nieves, que fue precisamente quien le acusó, y posteriormente denunció, que se aportaron pruebas falsas para condenarle.

Maduro y su régimen tienen los días contados. Mal que les pese a algunos.