La gran amenaza del siglo XXI es el terrorismo yihadista. Jóvenes que se radicalizan en las redes sociales , que viajan a Siria para luchar con el Estado Islámico en nombre de Alá y que son capaces de colocarse un cinturón de explosivos y hacerlo explosionar donde más víctimas y daño puedan causar. Esta vez ha sido durante un concierto, donde asistía numeroso público infantil. Mañana puede ser en un campo de fútbol o una sala de cine.

España, París, Bruselas, Alemania y ahora Reino Unido. Ningún país está exento de ser objetivo del fundamentalismo islámico más radical. En España estamos en nivel 4 de alerta antiterrorista y el resto de países, como Francia, han redoblado las medidas de seguridad, con el ejército en la calle, ante posibles nuevos atentados terroristas.

Algunos han señalado la guerra de Irak como el detonante del radicalismo islámico, posiblemente sea cierto, pero reconociendo que la guerra de Irak fue un auténtico error de consecuencias desastrosas, el fundamentalismo islamista ha declarado la guerra a una manera de ser, de vivir y de pensar, que no les gusta y quieren aniquilar. Y frente a la intolerancia, la defensa siempre de los valores democráticos.