Nacho Martín, Castelló

Es enero y la casualidad ha querido que el calor de la noche africana en Salikenye (Gambia) susurre en los pensamientos de Fatou el nombre de Castelló de la Plana, un extraño rincón a más de 10.000 kilómetros de distancia hasta entonces desconocido en las llanuras arropadas por el colosal río Gambia y la frontera de Senegal.

Castelló de la Plana... Esta lejana ciudad aparece una y otra vez en los pensamientos de Fatou Ceesay mientras le da el pecho con ternura a su hija de apenas dos meses, Isatou.

Nunca antes Fatou había hablado con las gentes de este remoto lugar, pero hoy, 25 de enero de 2009, llegaron a su pueblo dos mujeres blancas. Recuerda bien sus nombres, Amparo y Rosabel. Y no lo olvidará facilmente, porque estas mujeres, aunque desconocidas, también se oponen a que la pequeña Isatou tenga que sufrir la misma mutilación genital que ella padeció con apenas 10 años.

Ellas no lo saben, pero esta noche Castelló es su esperanza para que Isatou crezca como una mujer completa y no padezca una de las peores torturas que puede experimentar una mujer: la pérdida de su regalo más preciado, un dolor inexplicable en la zona más íntima de su cuerpo, la mutilación de su vagina y la ablación de su clítoris para siempre.

Esa misma mañana, Amparo Navas, una funcionaria del Ayuntamiento de Castelló, se había entrevistado con el alcalde de Salikenye para intentar convencerle de la necesidad de erradicar una práctica cultural que afecta prácticamente al 100% de las niñas de este poblado de etnia mandinga.

Amparo Navas, fotógrafa del Ayuntamiento de Castelló, entregó a la máxima autoridad de Salikenye una carta del alcalde castellonense, Alberto Fabra, en la cual éste le ofrece los medios del consistorio de la capital de la Plana para ayudarle a erradicar de su pueblo una práctica que en el mundo afecta a 140 millones de mujeres.

Las autoridades de Gambia y de Salikenye defienden la mutilación genital femenina esgrimiendo supuestos motivos religiosos, pero aún así acogieron con buena predisposición la misiva de Alberto Fabra. Nunca antes habían recibido una carta de un alcalde europeo.

Esta hoja de papel se ha convertido ahora en una nueva esperanza para las 280 mujeres de Salikenye que integran el colectivo Gancotrap, asociación que gestiona una huerta comunitaria y que plantea la necesidad de salvaguardar los derechos de las niñas gracias a la educación y a la búsqueda de trabajos alternativos para las mujeres que se ganan la vida practicando la mutilación.

Gancotrap cuenta con la ayuda de líderes religiosos musulmanes que explican a las autoridades de los pueblos que la mutilación genital no es en absoluto una exigencia de El Corán y que se trata únicamente de una costumbre que algunos justifican con supuestas motivaciones religiosas.

Detrás de Gancotrap sobresale el esfuerzo de Mama Samateh, una gambiana de Salikenye que con 10 años sufrió las consecuencias de la mutilación y que trabaja ahora por los derechos de las niñas desde Barcelona. "Las niñas son inocentes. No pueden defenderse de una práctica que les causa mucho dolor y pone en riesgo su salud para el resto de sus vidas", explica Samateh. Fue precisamente esta activista de 52 años el punto de enlace que llevó a Amparo Navas a visitar Gambia.

Ahora, la asociación Gancotrap confía en que la ciudad de Castelló pueda ayudar a crear en Gambia una red de radios comunitarias que sensibilicen sobre las graves consecuencias que padecen las niñas debido una práctica que se acomete sin ningún tipo de condiciones de higiene o sanitarias.

Al margen del soporte económico, las mujeres de Salikenye ponen toda su ilusión en el efecto de la carta de Alberto Fabra sobre las autoridades del pueblo.

En su escrito, el primer edil de Castelló manifiesta su determinación para "trazar puentes de unión y amistad con ustedes para erradicar la mutilación genital femenina".

La visita de Amparo Navas no quedará en papel mojado y el alcalde castellonense ya ha abierto la puerta a una colaboración futura sin precedentes. "Lamentamos compartir con ustedes un problema de esta magnitud, para cuya erradicación será necesaria la concurrencia de esfuerzos y voluntades de todas las naciones. Por ello quiero ofrecerle los recursos de los que disponemos en el ayuntamiento y así, contribuir a reducir la magnitud de este problema social".

La mutilación genital femenina es una práctica que se concentra especialmente en África en dos áreas muy concretas: desde Senegal hasta el Cuerno de África y en el espacio comprendido entre el delta del Nilo y Kenia.

Salikenye ya ha recibido el puente que le tiende Castelló. Es febrero y la cálida noche africana sigue susurrando entre los brazos de Isatou una esperanza que llegó con el sol de enero y desde el lugar más inesperado.