El alcalde de Borriol, Adelino Santamaría, confirmó ayer que ha autorizado esta semana el proyecto arqueológico del Grupo para la recuperación de la memoria histórica que tiene por objeto exhumar y analizar los restos de José Valls, un vecino de Borriol que en 1938 fue fusilado en la tapia del cementerio del pueblo por los soldados franquistas.

Con este permiso, Santamaría completa el que ya había concedido la Dirección Territorial de Patrimonio de la Conselleria de Cultura y se desmarca de aquellos compañeros de partido (PP) que durante los últimos años han puesto obstáculos al rescate de la memoria o los cuerpos de víctimas del franquismo en la Comunitat Valenciana y en el territorio español. Más bien al contrario, Santamaría explicó que desde el ayuntamiento se dará al grupo de arqueólogos y a la familia las "máximas facilidades" y ya se les ha puesto en contacto con el responsable del cementerio. "Vamos a colaborar y facilitar las cosas todo lo posible".

Además, Santamaría incidió en su respeto y empatía con la familia que desea recuperar el cuerpo de esta víctima de la represión. "Me parece muy bien, y muestro el máximo respeto siempre hacia los familiares, especialmente cuando estamos hablando de un ser querido fallecido. Estamos dispuestos a ayudar en lo que haga falta".

El Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica ha logrado -gracias a una campaña en Internet sin precedentes- recaudar en un plazo de 90 días los 6.850 euros necesarios para exhumar y analizar los restos de José Valls.

La campaña, canalizada a través de la web www.lanzamos.com, tenía como objetivo recoger en tres meses donaciones que permitieran cubrir los gastos que a partir de este año el Gobierno ya no subvencionará al amparo de la Ley de Memoria Histórica.

La recuperación del cadáver es uno de los últimos deseos de la octogenaria Antonia Valls. A sus 86 años, Antonia Valls relata que, siendo una niña de apenas 11 años, presenció la muerte de su padre y el enterrador le hizo saber el lugar exacto donde había sido enterrado. Según ha relatado varias décadas después, a José Valls lo mataron "por saber lo que sucedía en el pueblo".

Asegura que aún recuerda el punto exacto donde fue inhumado, bajo un pequeño camino que dividía el cementerio en dos partes (un espacio ahora ocupado por una jardinera). Ahora, su familia, el grupo para la memoria y el ayuntamiento trabajarán para curar esta herida aún abierta.