El soterramiento de la vía del tren en Castelló a finales de la década de los años 90 del siglo pasado finiquitó una barrera que dividía el centro de la ciudad con los barrios del oeste. La avenida Vila-real quedó liberada y se erigió como una nueva artería de la capital.

Sin el paso del ferrocarril, esta zona inició una fase de desarrollo urbano. El ayuntamiento remodeló la avenida Vila-real con la instalación de una nueva calzada y arbolado, mientras el Corte Inglés escogió este punto, en las proximidades del parque Ribalta, para instalar su primer centro en Castelló.

Sin embargo, la crisis económica ralentizó los planes de urbanización y dejó la avenida Vila-real a medio hacer. Ahora proyecta una imagen de contrastes; por un lado, la ubicación cercana al Corte Inglés y a Ribalta presenta una imagen adecentada. Por contra, a menos de 200 metros de distancia persisten una retahíla de solares sin edificar. Estos últimos bordean unas antiguas villas de principios del siglo XX. Los anteriores equipos de gobiernos diseñaron un PAI desmesurado que al final se paralizó por la oposición vecinal. En los últimos años el lugar ha sido dejado de la mano de Dios y parte de sus propietarios han dicho adiós a un viejo emplazamiento de veraneo de la ciudad. Las parcelas sin construir permanecen abandonadas y acumulan restos de escombros y basura. El principal solar sin edificar pertenece al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias al discurrir por su subsuelo la red de ferrocarril.

La agrupación urbanística de la avenida Vila-real apuesta por desarrollar una especie de ciudad jardín, con viviendas unifamiliares adosadas y paseos peatonales.