l jueves por la noche en El Madrigal se cumplieron la mayor parte de las expectativas y alguna más. Ganaron los de casa, que consiguieron mantener la portería propia a cero y, como habían marcado en el partido jugado en Viena, pese a perder, ahora mismo lidera el grupo y está en su mano clasificarse. La victoria fue corta, pero al menos de momento resulta difícil aspirar a grandes resultados puesto que hay que soportar partidos de tres competiciones a la vez y de propina. Las bajas consecuencia de las lesiones y correspondientes recaídas. En ese sentido, los puntas y los centrales están bajo mínimos, hasta el punto que Mario tuvo que volver al eje de la defensa, donde volvió a cumplir como en él es habitual. Arriba las cosas resultaron ser de otro, el Villarreal solo dispone de dos delanteros y ambos sin haber podido recuperarse plenamente, Bakambu volvió a tener que dejar el partido porque se resintió y Soldado ya ha dicho que si hay que jugar con molestias se juega y no hay más que hablar. Ni Baptistao está en condiciones de reaparecer, ni lo está Adrián, todavía recientemente operado, de modo que el que sepa y crea, que rece, porque la que viene trae puesta la escarapela.

El partido frente al Rapid de Viena empezó bien, con los helvéticos acompañados de un ruidoso y abundante coro que comenzó su particular concierto en cuanto los futbolistas de su equipo salieron a calentar y solo el gol en contra les bajó el diapasón. El Villarreal, por su parte, tuvo en los veinte primeros minutos la posibilidad de marcar, pero no lo hizo con lo que concedió terreno a los visitantes que intentaron aprovecharlo con poco éxito, pero suyo fue el terreno en lo que quedaba de primera parte. Había establecido el Villarreal a partir de los dichos veinte minutos una particular estrategia en la que Soldado y Bakambu, quedaban a una distancia enorme de donde el juego se arma, de manera que los servicios entre líneas para el juego por dentro nacían muertos en largo e imposibles en corto, porque el rival disponía de un sistema defensivo extraordinariamente poblado.

Al descanso se llegó con el cero a cero en el marcador, que aguantó hasta que faltaban diez minutos para el final del partido. Alguna voz tuvo que haber en el vestuario en el descanso, porque en la segunda mitad el equipo dio un paso de varios metros al frente y el juego fue tomando color amarillo, de amarillo que de color estaba bien, pero seguía sin flotar aunque aumentaron las ocasiones, también porque los paisanos de Straus habían corrido más en la primera parte y comenzaron a hacerlo menos después, lo que aprovechó Marcelino para refrescar el centro del campo, a la vez que tuvo que retirar a Bakambu, otra vez cojeando. Pedirle al Vila-real algún alta para sumar a la línea con más lesionados en el mercado de invierno, siquiera sea en régimen de cesión hasta fin de temporada, tal vez fuera excesivo, después del enorme esfuerzo realizado ya. Sí me apetece dejar unas líneas para un hecho principal: Bruno Soriano marcó la noche del jueves el gol de la victoria, el gol que sitúa a su equipo a la cabeza del grupo y además partir de la victoria del jueves el Villarreal puede perfectamente clasificarse primero de grupo, con las ventajas que comporta.

Todas esas consecuencias ha desplegado el gol del capitán, pero no solo por eso se fue raudo a abrazarse con su entrenador. Bruno no está bien y cuando Bruno no está bien, el equipo se resiente. Tal vez su forma física sea la de siempre, pero uno se permite la libertad de creer que el gol frente a los suizos ha tenido que devolverle a Bruno buena parte de propia estimación que el cansancio no siempre es físico. Una victoria corta, pero de unas consecuencias que pueden ser bien largas.