omo cada temporada, unas algo más, otras un poquito menos, el Villarreal está siendo víctima fácil y numerosa de una situación ni querida ni provocada, que ha transformado a un equipo potente en las primeras semanas de competición, en otro que sale al campo derrotado de antemano, aunque el rival, como el de ayer en Getafe, no es, objetivamente, ni chicha ni limoná. Cuando los locales marcaron el primer gol los forasteros, en otros tiempos ya hubieran llevado algunos de ventaja. El equipo de FR saltó al campo creyéndose vencido de antemano, con lo que intentó desde el inicio una manera de asedio sobre el rival con la esperanza de alcanzar el fruto de un gol que le pusiera por delante y a partir de ahí que las cosas discurrieran de manera que al menos con el mando del partido, ante un rival escaso y puesto que se carecía de pegada,administrar bien la ventaja de un gol en el inicio. Algo de eso pudo haber, pero el primer gol del partido cayó del lado del Getafe y por el desgarro se fue desangrando lo poco que podía esperarse de un submarino que no llega a barquito de papel.

Las lesiones son al Villarreal la carencia de agua para cualquier cultivo que se precie. Es imposible producir nada, ni bueno ni malo, si la tierra, por buena que sea la semilla, no dispone de la humedad necesaria, más el sol, pero este no suele fallar por estos pagos. Todo arrancó, si recuerdan, aquel año que acabó con el equipo en Segunda División todo y que se disponía de una plantilla en la que compartían vestuario grandes artistas del balompié. Las lesiones trajeron las derrotas y las derrotas acabaron con la confianza de los profesionales, para, al final, encarar el descenso que no hubo manera de evitar. Excepto en la segunda vuelta en segunda división, que coincidió con la llegada de Marcelino García, en las temporadas siguientes se han obtenido muy buenos lugares en las diferentes clasificaciones que han venido enmascarando una realidad incuestionable: el Vila-real es un equipo sometido - doctores tiene la iglesia para saber por qué a la lacra de lesiones musculares de una frecuencia y gravedad incuestionables. ¿Cuánto tiempo hace que no juega Baptistao, cuantos partidos, medios partidos, trozos de partido se está perdiendo Bakambu, cuánto tardará en poder jugar Adrián, cuántos partidos ha tenido que jugar Soldado en condiciones físicas lamentables? En Getafe, ayer el Villarreal jugó sin delanteros, porque no tenía de eso, y el equipo era el primero en conocer que salía al campo con los encargados de golear en la grada, sin vestir de corto, contemplando lo que iba a pasar en la mañana dominguera de los madriles del Rey de España. Un partido de puta pena ante un rival que en cuanto se dio cuenta de que lo que tenía delante no era en absoluto el equipo que hasta había conseguido ser líder al menos un par de semanas. Se había transformado en un equipo sin alma, incapaz de sustituir el talento por la voluntad, el compromiso, la vergüenza torera, la garra. Quién quiere, puede. Pero a veces quien puede, no quiere. La primera lectura acude a la sabiduría popular: Para las cuestas arriba quiero yo la voluntad y el esfuerzo ajeno, que las de abajo yo me las subo. Otra lectura, más sosegada acaba por interrogarse acerca del por qué de tantas lesiones musculares, de recuperaciones tan llenas de recaídas como parcas en buenas noticias. ¿Está ocurriendo algo que los aficionados tengan derecho a saber? Seguramente no. Probablemente no es más que la expresión de la mala suerte. Pero convendría hacérselo mirar.

La otra gran cuestión es el escaso descanso de la plantilla entre el jueves de Liga Europa y la mañana del domingo, lo que naturalmente no es descanso suficiente entre uno y otro partido de competición. No parece importar a los aficionados que los futbolistas sean profesionales, que vengan de una semana de semivacaciones en función del calendario internacional, porque el compromiso es ese. Comprometerse con un equipo es aceptar de antemano un esfuerzo multiplicado si llega el caso, porque eso está en el ADN del Villarreal, y quien quiera peces tiene que mojarse el culo.

Se jugó horrorosamente mal en Valencia frente al Levante y se perdieron tres puntos, se volvió a jugar horrible ante el Celta y se volvieron a perder otros tres y se volvieron a perder tres puntos la mañana de ayer ante el Getafe. Añadan ustedes esos puntos a los veintiuno de que dispone y apunten donde estarían ahora mismo.