No pasa un día en el que las asociaciones protectoras de Castelló no recojan algún animal abandonado o no sean alertadas por algún caso de maltrato. Perros y gatos sufren la crueldad de quienes deberían cuidarles. Muchos acaban muertos por enfermedades o atropellos y en el mejor de los casos deambulan por las calles malviviendo a base de lo que encuentran en contenedores de basura o de las sobras que les echa algún vecino bienintencionado... hasta que alguna protectora los recoge y les da cobijo y alimento. Hay centenares de animales a la espera de hogar, por lo que las asociaciones hacen un llamamiento a la adopción, precisamente en fechas navideñas, cuando muchas familias piensan en adquirir alguna mascota como regalo.

Los animales que llegan a una protectora tienen detrás historias sobrecogedoras y , a veces, de una crueldad extrema. Algunos han pasado días sólos hacinados en jaulas sin comida ni agua hasta que algún vecino ha dado la voz de alarma. Otros enferman o envejecen, y sus dueños, lejos de asumir su responsabilidad, los abandonan como a un juguete roto. La presidenta de la Asociación Protectora de Animales de Castelló (Aspac), Iratxe Arruti, detalla algunos «casos extremos» a los que hacen frente. Recientemente, rescataron cinco perros de una casa de la Marjaleria de Castelló, donde vive un joven con el síndrome de Noé, un trastorno que conduce a acaparar muchos animales sin preocuparse de dispensarles la atención adecuada. «Los perros habían estado encerrados una semana en un pequeño habitáculo cubierto de heces, no les habían dado de comer y me sorprendió que no se hubieran atacado unos a otros para alimentarse, eran muy buenos», relata la responsable de la protectora.

Otra actuación reciente de la asociación fue la recogida de una perra que había sido quemada con un producto químico. «Siempre que nos encontramos con casos de malos tratos pedimos el decomiso», detalla Arruti, quien destaca la estrecha colaboración que mantienen en este sentido con la Unidad de Protección Animal (Uproma) de la Policía Local de Castelló.

Muchos de los animales que recogen las protectoras han sido atropellados o tienen enfermedades graves como la leishmania. Todos ellos, tras recibir atención veterinaria, son alojados en casas de acogida de personas que, desinteresadamente, colaboran para proporcionar un hogar temporal a las mascotas abandonadas.

Los incomprendidos

Conseguir la adopción de un animal, que puede ser mayor o no estar en condiciones de salud óptimas, resulta complicado. Pero el mayor reto al que se enfrentan las protectoras de Castelló actualmente es encontrar un hogar para los gatos.

«Hay una falsa creencia de que los felinos pueden vivir bien en la calle, cuando lo cierto es que los gatos callejeros tienen una esperanza de vida de tan sólo 3 o 4 años. Padecen muchísimas enfermedades graves como el sida felino o la leucemia y muchos acaban sordos y ciegos», denuncia la presidenta de Aspac. Los tratamientos veterinarios son tan costosos que algunas asociaciones protectoras no pueden asumir la recogida de gatos. En definitiva, es muy difícil buscarles una salida. «En general, estamos poco concienciados porque estamos acostumbrados a verlos por la calle y nos parece normal que vivan ahí. Además hay prejuicios, la gente debe saber que los gatos pueden ser tan cariñosos y familiares como los perros», explica Arruti.

Otro caballo de batalla para las protectoras son los podencos. Recogen muchos perros de este tipo en la provincia de Castelló tras ser abandonados por los cazadores cuando ya no están en condiciones de cumplir su función impuesta. «No están acostumbrados al cariño, pero cuando los metes en casa son perros de sofá. Además, tienen muy buen carácter, han sido tan maltratados desde hace décadas que son incapaces de revolverse contra un humano», afirma. Uno de los podencos rescatados últimamente era utilizado para la caza de jabalí y tenía rotos todos los huesos de las patas. «Nunca le habían tratado las fracturas en una clínica veterinaria y, además, llevaba una costura hecha burdamente porque le había atacado algún jabalí», relata.

Los animales que están en peores condiciones suelen ser adoptados en Alemania, donde hay una mayor sensibilidad, según la protectora, que colabora desde hace años con asociaciones germanas. Pero sigue habiendo muchos animales sin hogar en Castelló. Sólo Aspac cuenta con un centenar para dar en adopción, a los que habría que sumar los perros y gatos de otras asociaciones como Manada Feliz, Huellas Callejeras y el Hogar de San Antonio.

Ante esta situación, la adopción se revela como la alternativa más sostenible y socialmente responsable frente a la compra. Y no sólo por la cantidad ingente de animales abandonados que hay, sino también por la cuestionable procedencia de los que se ponen a la venta en algunas tiendas y criaderos. «Muchos de los perros y gatos que se compran vienen de granjas inmundas, en muchas ocasiones de Países del Este. Llegan aquí en condiciones terribles y la mitad mueren en el camino», denuncia Arruti. Tampoco el precio de los animales es indicativo de su origen, ya que se rige por la ley de la oferta y la demanda y cuando una raza está de moda se encarece.

«Hay criaderos supuestamente decentes de razas caras que tienen a los animales hacinados y que, incluso los rapan para no tener que lavarlos y peinarlos. Vemos cachorros preciosos en una tienda y no nos paramos a pensar en qué condiciones están sus padres, algunas perras acaban deformadas de tanto criar», censura.

Además, «no asesoran sobre el carácter del animal, lo cual desencadena más abandonos cuando a las familias no les gusta su mascota. En definitiva, lamenta, «los tratan como mercancía y si se muere te lo cambian por otro».