os rivales directos del Villarreal no han aprovechado todo lo que cabía esperar de sus dos derrotas consecutivas ante el Rayo Vallecano y el Real Madrid que coincidieron, tal vez, con un espacio de tiempo de cansancio del submarino en ambos partidos y por supuesto que ante el Madrid, las diferencias de potencial hicieron el resto. Aguantaron la primera parte con el marcador a cero, pero Benzema, con un remate de cabeza a un despeje defectuoso y centrado de Asenjo llegando de dentro a fuera, abrió el melón que presagiaba la derrota de los visitantes. Al Real Madrid se le podrá ganar, pero de ninguna manera aportando menor velocidad, menor talento, menor implicación y por supuesto mayor cansancio. A veces, a los plumillas, el árbol de la pasión no nos deja ver el bosque de la realidad y desbarramos. A mí me pasa.

Sí creo, sin embargo, considerando lo que falta para que termine la Liga, que el Villarreal obtendrá el derecho a poder estar en la Champions y me gustaría seguir creyendo en la capacidad de los profesionales del club para encontrar sustitutos mejores que los que dejarán la disciplina amarilla: alguno porque su regreso al equipo de donde llegó está cantado y resultará inevitable, otros porque habiendo llegado cedidos volverán a sus equipos de origen sin que tengamos que echarlos mucho de menos.

Además de los que pueden incorporarse de los filiales, algunos de los cuales han disputado ya algún encuentro con el primer equipo con resultado prometedor o muy prometedor, según los casos que se analicen.

Lo más difícil de encontrar son un par de delanteros con gol y algún extremo rápido y hábil en el uno contra uno, dada la baja lamentable y ya mencionada. Participar en la primera de las dos posibilidades europeas, además de un honor ofrece la ocasión de hacer caja en serio, a condición de alcanzar algunas victorias, i quan mes sucre, mes dols, pero implica un riesgo que el Villarreal ya ha escarmentado en cabeza propia.

Quiere decirse que volver a anteriores inversiones exageradas (en compromisos dinerarios) ya tuvo consecuencias negativas en otro momento.

También en las cuestiones subrayadas la masa social tendría que reaccionar. El hecho mismo de haber alcanzado algún que otro puesto relevante en la clasificación de la Liga española puede haber ido creando entre los aficionados partidarios del submarino la sensación de que el Vila-real está ya por encima de equipos tan poderosos como el Valencia o el Sevilla, el Athletic Club o el Celta de Vigo, lo que objetivamente no es una verdad absoluta. Porque disponen de un mayor presupuesto, porque son equipos representativos de ciudades mucho más importantes desde el punto de vista demográfico, con lo que el taquillaje es mayor dada la más amplia concurrencia a los partidos, con la consiguiente presión sobre los contendientes.

El Villarreal les supera en el cuidado de la cantera, la presencia de al menos dos equipos filiales en categorías inferiores en las que formar futuros profesionales para el primer equipo y la bien ganada fama de equipo serio, que cumple con sus compromisos, lo que es conocido en todos los ámbitos del fútbol profesional. Las inversiones por la vía de fichajes han de ser (son) cuidadosamente elegidas y con muy escasos fracasos, a lo que añadiríamos la transacción de futbolistas llegados con la vitola de grandes promesas que, una vez confirmadas, han permitido traspasos que han dejado buen negocio en las arcas.

Todo eso y junto es un valor que exige mucho trabajo y muy profesional, dados los resultados y constituye en sí mismo el milagro sobre el que se soporta su importante trayectoria.

Termino subrayando que no resulta de recibo la actitud de los aficionados ante algún bache (siempre los hay) que, en ocasiones, esconde una visión egoísta de los aficionados hacia unos futbolistas que merecen más reconocimiento que crítica exacerbada. La derrota ante el Real Madrid del pasado miércoles forma parte de la realidad de las cosas y hay que aceptarla con naturalidad.