La noche del viernes pasado fue quizás una de las más largas y tensas en Turquía. Un golpe de estado fallido sumió al país en una situación caótica. Sectores de las fuerzas armadas turcas se sublevaron para tratar de hacerse con el poder y decretaron la ley marcial. Casi siete horas después de este suceso, finalmente, el presidente Erdogan apareció ante los medios de comunicación para dar por finalizado el golpe. La cifra de muertos asciende a 265, entre ellos 104 golpistas y 47 civiles.

Una pareja de jóvenes de Almassora se encontraba en ese momento en Turquía y padecieron en primera persona este terrible suceso, que mantuvo en vilo a todo el mundo. Raúl Mundina y su pareja habían viajado hasta Tailandia para disfrutar de las vacaciones, y en el viaje de vuelta, hicieron escala en Estambul. En un principio estaba previsto que su paso por el país no fuera más de 15 horas, explicaba ayer el joven, «el tiempo suficiente para visitar los lugares más emblemáticos de la ciudad y hacer una noche en el país». Lo que en un comienzo se planeó como una visita fugaz, terminó convirtiéndose en 48 largas y angustiosas horas.

Al llegar a Estambul, recuerda ahora Raúl, nada les hizo pensar en el caos en el que se iba a convertir la ciudad horas después. Tras aterrizar, acudieron al hotel y pasearon por algunas de las calles más céntricas y concurridas de la ciudad. El cansancio producido por un largo viaje en avión determinó que tras un par de horas de visita, decidieran retirarse al hotel, y así, descansar para al día siguiente volar a casa. Poco después de llegar al hotel, vieron en la televisión que había sucedido algo. Preguntaron inmediatamente en la recepción del hotel pero, quizás con la intención de no alarmar a los huéspedes, les explicaron que había sido un accidente.

Fue a través de la información que pudieron encontrar por internet cuando finalmente la pareja de Almassora fue consciente del alcance del suceso. A medida que aumentaba el flujo de información, también crecía el caos en la ciudad y la preocupación entre los familiares que sabían dónde se encontraban ambos.

Atrincherados en el hotel, escuchaban perplejos, y en compañía de otros turistas atemorizados, disparos, ambulancias, policía y helicópteros militares a poca distancia de tierra.

La noche fue larga, casi tanto como el día siguiente. El intento de acceder al aeropuerto fue en vano. El golpe de estado estaba sofocado pero la ciudad seguía sumida en el caos. «Los vehículos ni siquiera se respetaban las direcciones de circulación», recuerda todavía ahora con sorpresa Raúl. Trataron de volar con el avión previsto, pero no fue posible. Comenzó entonces otra nueva odisea para la pareja. Atrapados en el país, permanecieron durante prácticamente dos días tratando de gestionar los billetes de vuelta. La compañía aérea y el consulado español ofrecían información muy limitada, lo que incluso ponía las cosas más complicadas.

Mientras, en el hotel, compartían experiencias con otros turistas, tratando de buscar soluciones entre todos. Las salidas a la calle fueron muy limitadas, sólo para comprar comida a un lugar próximo al hotel. 48 horas después, la pesadilla terminó.

La pareja llegó finalmente el domingo a casa. Raúl, es miembro destacado de la popular Colla El Perico de la localidad, y sólo espera poder reunirse con ellos e invitarles a cenar para celebrar esta increíble experiencia.