El acusado de atropellar a propósito a Antonio Valls, primer alcalde de la democracia de Ribesalbes, confesó a preguntas de la acusación particular que lo hizo «porque me miraba mal». En su turno de interrogatorio, el abogado de la familia Valls le inquirió: «¿Usted lo mató porque le miraba mal?», y el acusado respondió con un escueto: «Sí».

El interrogatorio se produjo ayer en el marco de la primera sesión del juicio por la muerte de Antonio Valls, de 71 años, que falleció a las 18:12 horas el 27 de agosto de 2015 en el Hospital de la Fe a causa de un neumotórax derivado de un atropello. El incidente ocurrió sobre las 11.00 horas cuando caminaba por la cuneta de la carretera CV-189 en el término municipal de Ribesalbes.

En la jornada de ayer, D.R.L., único acusado y para el que el Ministerio Fiscal pide 20 años de prisión por asesinato, (la acusación particular pide 25 años) se mostró inconexo, dubitativo y con problemas incluso para entender preguntas simples como dónde vivía o cuántos años hacía que residía en Ribesalbes.

No obstante, respondió con precisión qué daños produjo en su vehículo el impacto con el señor Valls; esto es la rotura de la luna delantera y una abolladura en el capó de su vehículo, un monovolumen Citroën Evasión, además de describir claramente que el peatón circulaba «50 0 60 centímetros por la cuneta».

La cuestión que está en discusión a lo largo del juicio es si el atropello, reconocido y evidente para todas las partes, fue intencionado o no y si D.R.L. intentó rematarlo una vez estaba en el suelo herido de muerte, o no.

Para ello, las acusaciones se basan en dos testigos que en el día de ayer no coincidieron ni en la postura en la que encontraron al atropellado ni el la manera en la que supuestamente remataron al primer alcalde tras la dictadura de Franco de Ribesalbes.

El primero de los testigos, un ciclista residente en Benicàssim y que estaba realizando un «entrenamiento deportivo a 170 pulsaciones» cuando pasó «a gran velocidad» por el lugar de los hechos, apuntó ayer que vio a Antonio Valls tumbado boca arriba con el cuerpo con las piernas en la cuneta y la cabeza en la calzada y tuvo la «sensación» de que «le golpeaba la cabeza contra el asfalto».

Al respecto de la segunda testigo, una trabajadora social que acudía a una reunión en Ribesalbes, declaró que el acusado le hizo señales para que se detuviera.

Tras avisar a los servicios de emergencia, esta testigo manifestó, con dudas y remitiéndose a su primera declaración «porque le costaba recordar detalles tras un año», que la actitud de D.R.L. «no era normal», que le llamaron la atención «dos grandes piedras» ensangrentadas a los lados del cuerpo y que «no parecía el estado de una persona que ha hecho algo sin querer».

Así mismo, uno de los guardias civiles que interrogó al conductor tras el atropello declaró que el acusado le había confesado que lo hizo «por lo de los perros». Sin embargo, un primer agente de la Benemérita dio credibilidad a la primera versión en la que dijo haberse distraído «por ver unas ardillas jugando»

En el interrogatorio de la defensa, D.R.L. manifestó que «me dio paranoia de los medicamentos que tomo por la mañana; me fije mucho en cómo jugaban dos ardillas y no presté atención a la calzada. Después escuché un golpe fuerte». En este sentido, declaró bajó para «socorrerle y hacerle lo de la respiración» y que pensó para sí mismo: «Me lo he cargao».

Dos perros ahorcados

La acusación particular, que elevó el tono en el interrogatorio, introdujo en el juicio un elemento en busca de un móvil para justificar el asesinato, que el fiscal no ha tenido en cuenta en su escrito.

El letrado hizo contar al acusado un episodio por el que los vecinos de Ribesalbes le «miraban mal» tras ahorcar a dos perros que tenía con él, hecho por el que fue detenido en ese mismo mes de marzo por la Guardia Civil. Éste relató los hechos de manera breve y tras varías preguntas contestó con el conocido «sí» al posible móvil del asesinato.

En su caso, la defensa reaccionó a esta nueva afirmación y preguntó D.R.L.: «¿Había más gente que lo miraba mal?» y continuó: ¿A cuántos ha atropellado»?

La Guardia Civil en un primer momento informó de los hechos como un accidente de circulación y dejó al acusado en libertad. No obstante, al día siguiente informó de que el hoy acusado se personó en la comandancia con su abogado y confesó el crimen.

En el día de hoy se cerrará el juicio con la fase testifical de los peritos y con las conclusiones de las partes, tras las que el jurado popular se retirará a deliberar.