La calle Navarra de Castelló se está convirtiendo en uno de los puntos más conflictivos de la ciudad. La estrechez de la calzada junto a la alta velocidad a la que circulan los coches hace de esta vía un auténtico peligro para los peatones y clientes de los comercios. La situación es tan insostenible que en, solo dos años, catorce comercios han echado el cierre. La asociación de vecinos ha pedido al ayuntamiento que restringa el acceso al tráfico.

Según explican los gerentes de los comercios hosteleros, los clientes tienen que correr las mesas de las terrazas más hacia el interior de la acera porque se ven «expuestos» a que un vehículo se los lleve por delante. Las dimensiones de la calle tampoco ayuda a un fluir entre clientes, peatones y vehículos ya que la calzada apenas tiene dos metros y las aceras son de metro y medio aproximadamente. La trabajadora de una de las peluquerías señala, además, que los coches también circulan en sentido contrario y que las bolas de ornamentación desestabilizan a los más mayores. «Hace poco, un coche se estrelló contra la fachada de un edificio», recuerda.

Desde los establecimientos Mel de Romer, El Portón y Manete señalan que el límite de velocidad es de 30 kilómetros por hora pero «parece que sea una carrera de la Fórmula 1». Todo ello supone un hándicap para los comercios ya que, según apuntan, «la gente no viene porque no es una vial cómodo por el que transitar».

Y, por si fuera poco, la calle Navarra tampoco es de las más limpias de la ciudad. Los vecinos denuncian la escasa atención que el ayuntamiento presta a este vial en cuyas aceras hay orina, los restos de los botellones e, incluso, se han llegado a encontrar preservativos. «Y en los árboles, ahora han puesto piedras pero hemos llegado a ver hasta ratas», aseguran. La asociación de vecinos ya ha informado de estos hechos al Ayuntamiento de Castelló y propone limitar el acceso de los vehículos, por lo menos, los fines de semana, ya que los coches se pueden desviar por Puerta de Sol, la calle San Francisco o la plaza Real.

Otras propuestas serían la presencia de un agente de la policía que supervise la velocidad a la que se circula, colocar badenes o declarar la calle como «Zona 30» (viales donde no se puede circular a más de 30 km/h).

Tanto comerciantes como vecinos esperan que el consistorio atienda sus peticiones y solucione el problema antes de que ocurra un accidente grave. «Los niños y los mayores son los más vulnerables», apostillan. Sustos ya han sufrido varios.