Mil y una circunstancias han dado origen es su día a las asociaciones de vecinos. Las vicisitudes de cada una son diversas, pero, por lo general, una protesta, una reivindicación, una voluntad de organizarse en común suelen estar en el inicio.

En el caso de la vecindad de la plaza Cardenal Vicente Enrique i Tarancón, un problema de convivencia y compatibilidad del ocio y el disfrute de los espacios abiertos, con el descanso de los vecinos ha motivado que aquellos que llegaron al emplazamiento con la construcción de los bloques allá por el año 1995 consoliden la organización con el objetivo de potenciar la reivindicación y encontrar una solución consensuada.

Cabe apuntar que este impulso ha tomado más iniciativa con la llegada de nuestro protagonista al barrio; un cordobés orgulloso de su origen, pero comprometido con su nuevo emplazamiento, hasta el punto de que prefiere reivindicar a marcharse.

El objeto de la controversia se lleva acumulando hace años y tiene que ver con el usufructo de la plaza que comparten los vecinos de la plaza Cardenal Vicente Enrique i Tarancón con los de el entorno de la calle Obispo Salinas.

La ubicación, en este caso, es determinante, ya que el entorno aparentemente cerrado permite espacios abiertos para el juego de la infancia, zonas verdes de reposo, parques infantiles y terrazas.

De hecho, charlamos con cuatro vecinos en una de esas terrazas y el ruido de la vajilla se entremezcla con el propósito de nuestra visita. «En esta plaza, juegan los niños, la gente baja a charlar a los y no hay más problema que ese», asegura Santiago Pérez, aunque uno de los vecinos puntualiza que «el problema es que aquí hay gente con niños pequeños, o gente enferma que a las tres de la mañana no la dejan dormir, y sobretodo en verano, aunque este problema se ha agravado desde el verano pasado».

En este sentido, el propio Pérez indica que se han puesto denuncias ante la Policía Local por altercados, por ruidos y por los botellones, pero critica que los agentes de la autoridad, más allá de acudir a una llamada puntual no prestan atención a este problema de convivencia que lleva y tiempo en el barrio.

La plaza todavía no ha cuajado socialmente como entidad debido a que los vecinos, que conviven con normalidad entre ellos, tienen entornos sociales diferenciados. Es decir, no existe todavía de barrio porque, por ejemplo, las representaciones sociales en entes festeros, deportivos o culturales se reparte entre los otros emplazamientos de la ciudad.

No obstante la amenaza de cronificación el problema de la convivencia con los vecinos de la calle Obispo Salinas y adyacentes contamina todas las conversaciones y se hace difícil para nuestros interlocutores no trasladar la charla fuera de las para congeniar descanso y ocio.

«El problema está en ese rincón de ahí», argumentan, en relación a un espacio perpendicular a la avenida Hermanos Bou y que se presenta como un refugio aprovechado para los botellones, el ruido y la música hasta la madrugada. La propuesta de los vecinos pasa por reubicar los bancos para «dificultar» que sean el nexo de reunión. «Al ayuntamiento le pedimos que se busque una solución para los bancos y para el rincón que coloquen maceteros y que corten el 'campo de fútbol' este que queda», manifiestan, en el espacio de una de las eles que forman dos de los bloques construidos.

Los vecinos argumentan que el mobiliario urbano, en este caso, propicia la mala convivencia por el uso indebido que se hace de él. Consideran que en una de las partes de las citadas eles no hay elementos que faciliten su utilización como nexo y allí no existen tantos problemas.

A pesar de ello, cabe apuntar que realmente es un privilegio disponer de este espacio a un paso del centro de la ciudad, en el que la zona ajardinada invita a descansar, conversar y relajarse, además de promover la interacción entre las diferentes sensibilidades que habitan el espacio compartido entre la plaza Cardenal Vicente Enrique i Tarancón y la calle Obispo Salinas, tan solo a un paso del nudo de conexión que supone el cruce de la avenida Hermanos Bou con las calles Pablo Iglesias y Clara Campoamor. Por ello, cabe invitar a todas las partes a instar una solución.