Había mucha expectación por asistir al debut de Javi Calleja como técnico amarillo, como si por arte de magia todo fuese a transformarse por el cambio de nombre en el banquillo. Pero en esto del fútbol, es mejor dejarle la magia a Gandalf y confiar en el trabajo y el acierto. De momento, Calleja tiene mucho trabajo por delante para conseguir el Villarreal que desea, y el acierto brilló por su ausencia.

Empate sin goles en Israel en un duelo que gobernó el equipo castellonense, sobre todo en la reanudación, y que permite sumar cuatro puntos tras dos duelos en la fase de grupos de la Europa League. Suficiente para tomar aire, pero se queda corto para recuperar la dinámica positiva.

Fran Escribá fue decapitado tras el naufragio en Getafe, y el equipo desembarcaba en Netanya sumido entre las dudas, obligado a reivindicarse una vez más ante un Maccabi que se descubrió como un bloque rocoso, de los de machete entre los dientes y brega continua. Con la apuesta por el uruguayo del filial, Ramiro Guerra en la media, y una variación de sistema, un rombo en el centro del campo con Guerra como hombre libre, demostró la personalidad del técnico.

Pero el Villarreal se dejó sorprender por los macabeos en el arranque del duelo. El fantasma de Getafe se percibía sobre el césped, y las circunstancias de la semana alimentaban los miedos de los amarillos. En los primeros diez minutos, los de Jordi Cruyff dominaron el esférico y rondaron la puerta de Barbosa. Casi la lían, entre Babin y Kjartansson, en un lanzamiento de falta en el minuto 3. Pero ni el defensa ni el delantero supieron enganchar el esférico en el interior del área para superar al guardameta argentino.

Pero entonces se desperezó el Villarreal. A pesar de la intensidad local, el once amarillo albergaba una calidad y un talento netamente superiores al de los de Tel Aviv. Los puso a trabajar con un Trigueros descarado, que encontraba los huecos donde no los había, y los dos arietes, Bacca y Bakambu, muy activos, incordiosos, aunque sin acierto en el remate.

En el minuto 13, los amarillos lamieron el gol tras un centro de Bacca al segundo palo. Fornals apareció solo por la derecha, y ejecutó un centro-chut al que no llegó Bakambu que sólo tenía que embocar en la puerta local.

Cuatro minutos después la tuvo Trigueros. El talaverano aprovechó un error en la marca para pisar área. Comenzó a superar rivales, y finalizó con un duro disparo buscando la base del poste que despejó Rajkovic. Cerró este tramo de dominio un disparo de Bacca, después de un eslalon de regates de Soriano, que se marchó fuera por la intervención de Babin que puso la pierna para desviar el esférico.

Posible penalti

También es cierto que, en el minuto 14, podría haberse transformado el escenario. Blackman fue derribado por Jaume Costa en el interior del área. Las piernas del lateral se llevaron por delante al atacante del Maccabi, pero Pawson apreció teatro en la caída del británico. El resultado, amarilla para Blackman.

Tras diez minutos para la esperanza, el Villarreal se narcotizó. El dominio del esférico se convirtió en estéril y, como en duelos anteriores, el equipo se atrancó. Los israelíes, por mediación de Atar, casi penalizaron la incapacidad visitante al filo del descanso.

En el segundo acto, el equipo de Calleja encerró al Maccabi en su campo, pero nadie era capaz de superar a Rajkovic. Bacca marró un remate a bocajarro, después de un centro desde la derecha de Bakambu en el 60. Dos después, fue Trigueros el que probó fortuna con un disparo desde la frontal que atajó Rajkovic. Y Castillejo en el 76, reemplazo de un apagado Soriano, se estrelló con el poste del Maccabi con un disparo lejano que se aprovechó del bote irregular. Pero no hubo gol, ni tampoco premio. El Villarreal suma un empate que le permite respirar tras el desastre, pero que le deja ante la evidencia de la necesidad de mejorar en muchos aspectos.