Luis Herrero presenta esta tarde en el Club Palasiet su nueva novela, donde narra la vida de Carmen Díez de la Rivera, hija de la marquesa de Llanzol y del ministro franquista Ramón Serrano Suñer. Herrero, en la actualidad en Esradio, señala que opta a una nueva frecuencia para poner en marcha en Castelló Radio Voramar.

El hilo conductor de la obra es Carmen Díez de la Rivera ¿Por qué elige este personaje?

Porque me pareció que aportaba una historia personal, que se adaptaba a la narración que yo quería contar. Es decir, narrar lo que ocurrió en la España de 1976 y 1977, con la perspectiva de alguien que estuvo en primera línea, fue jefa del Gabinete de Adolfo Suárez, con una historia personal muy poderosa que confería a a la novela una capacidad literaria infinitamente mayor.

¿Qué aportó el personaje a la historia de la Transición?

La novela no trata de reivindicar la figura personal de Carmen Díez de la Rivera. Si no de utilizar su historia como elemento narrativo para que los lectores, sobre todo aquellos que no vivieron ese período, se asomen a lo que ocurrió allí, desde un punto de vista literario y con el añadido de descubrir a una person , cuya magnitud no se limita sólo a su protagonismo en la Transición, si no a lo largo de su biografía personal. El libro tiene dos líneas narrativas. De un lado, los hechos concretos de la Transición y, de otra parte, los viajes al pasado para recordar la vida de Carmen.

¿Es una excusa novelar la historia de Carmen para contar la Transición?

Es contar la historia de una persona, a través de cuyos ojos estamos viendo la Transición.

¿Con las claves de la Transición se podría haber afrontado el desafío catalán con mayor éxito?

Si pudiéramos importar la actitud de aquellos políticos a la actualidad, sí. Pero importar esos esquemas es imposible, entre otras razones porque los políticos actuales no vienen de esa época, con excepciones, es una generación que no ha vivido la Guerra, ni tiene memoria de lo que fue la Dictadura ni ha tenido que luchar por recuperar la libertad.

¿Cómo observa la situación política de la Comunitat Valenciana y el Consell surgido del pacto del Botànic?

Ha conseguido una cosa que nadie esperaba en aquel momento y a mí mismo me ha sorprendido agradablemente, que ha sido darle estabilidad a la Comunitat Valenciana. Aunque tengo que decir que hay algunas cosas que no me gustan, sobre todo aquello que tienen que ver con la búsqueda de la realidad identitaria.

¿Y como la ve en el caso de Castelló, tras la salida del primer plano Carlos Fabra?

Es difícil valorar la política local desde la lejanía. Tengo una idea de la gestión de Carlos Fabra muy favorable. Hizo todo lo que pudo para que la provincia diera un paso adelante. Fabra fue un buen presidente y no tengo que asumir su salida la política como una buena noticia. El tenía una impronta muy marcada, y, ahora, las cosas son distintas.