Investigadores de la Universidad de Cambridge muestran, en Noticies of the Royal Astronomical Society, los resultados de un estudio que demuestra que al principio de la historia del universo, éste pudo sufrir un calentamiento «universal». En esos instantes, la gran mayoría de la materia no estaba en las estrellas o galaxias y en su lugar se extendía un gas que rellenada todo el espacio, la temperatura de este gas intergaláctico aumentó progresivamente hasta una cuarta parte de la edad actual.

De similar manera a como el clima en la Tierra puede ser investigado a través de los núcleos del hielo ártico o antártico, o mediante los anillos de crecimiento de los troncos de los árboles, la temperatura del gas intergaláctico en el universo, puede medirse mediante la luz de objetos muy distantes, los quásares; una emisión que viaja por el universo desde más de diez mil millones de años hasta la Tierra, y que contiene un registro fósil de la historia del clima en el cosmos. Este cambio climático podría tener su origen en la gran cantidad de energía que, en esa época inicial, desprendían las galaxias jóvenes. Mil millones de años después del Big Bang la temperatura del gas era de 8.000 ºC, y tras 3.500 millones de años se alcanzaron los 12.000 ºC.

En esta época de la historia del universo, los quásares eran cada vez más abundantes. Estos objetos se cree que son agujeros negros gigantes que devoran materia en el centro de las galaxias, y que emiten mucha energía en forma de luz ultravioleta, que interactuaría con el gas intergaláctico, aumentando su temperatura. En este proceso el helio juega un papel importante, pues es muy abundante en las nubes intergalácticas, la luz ultravioleta lo desintegra y libera sus electrones que colisionan con otros átomos aumentando así la temperatura del gas; al agotarse las reservas de helio en el universo, éste comenzó a enfriarse.

Más planetas similares a la Tierra

Un estudio de la Universidad de California en Berkeley publicado estos días en Science, afirma que el 20% de las estrellas similares al Sol podrían tener un planeta del tamaño de la Tierra. Mediante el telescopio Keck (Hawai) los investigadores estudiaron 166 estrellas similares al Sol, para detectar planetas orbitando a su alrededor y que fueran entre tres y mil veces el tamaño de la Tierra. En total descubrieron 33 planetas orbitando alrededor de 22 estrellas similares al Sol, y quizás en algunos de ellos podría albergar vida. Además, el 1,6% de los planetas que orbitan estos soles son del tamaño de Júpiter y el 12% son planetas de masa entre tres y cien veces la de la Tierra.

Los científicos concluyen que podría existir un planeta similar a la Tierra por cada ocho estrellas solares, o incluso menos, pero no uno por cada cien, como se creía hasta hoy. Mediante la observación del cosmos desde el telescopio espacial Kepler de NASA, es posible observar más de 150.000 estrellas y detectar hasta 250 planetas similares a la Tierra.

Por otro lado, astrónomos del observatorio de París han identificado el objeto astronómico más lejano jamás observado, una pequeña galaxia situada a 13.100 años luz de la Tierra. Esta galaxia (denominada «UDFy-38135539»), detectada por el viejo Hubble, nació tan sólo 600 millones de años después del Bing Bang; en las medidas de su distancia a la Tierra se utilizo también el telescopio Yepún (Chile). Los investigadores que publican sus resultados esta semana en la revista Nature, señalan que el objeto tiene entre una décima o centésima parte de las estrellas que componen la Vía Láctea, y por lo tanto, no es muy brillante, de ahí su dificultad en encontrarlo en el cielo.

2012, año del Sistema Solar

Con la visita del cometa «Hartley 2» a las cercanías de la Tierra (pasó a menos de 17 millones de kilómetros), el pasado mes de octubre, se inician numerosas misiones espaciales que culminarán en 2011, el «Año del Sistema Solar» según la NASA. Así, en noviembre se lanzará «O/OREOS», un satélite del tamaño de una caja de zapatos, repleta de micronautas (microbios y moléculas orgánicas) que se expondrán a la radiación cósmica y solar; la misión está diseñada para averiguar la durabilidad de la vida en el espacio. Junto al minisatélite, la NASA transportará una vela solar experimental (NanoSail-D) que se desplegará en la órbita terrestre y girará en torno a la Tierra durante varios meses; en ocasiones, la vela podrá captará un rayo solar y lo redirigirá hacia la Tierra. Estén atentos al cielo, quizás puedan ver los primeros destellos de la historia de una vela solar. Que así sea.

Diez años viviendo en la Estación Espacial

El 2 de noviembre del año 2000 la expedición número 1 a la Estación Espacial Internacional (EEI), con el comandante Bill Sepherd y los ingenieros Sergei Krikalev y Yuri Gidzenko se convirtió en los primeros residentes del complejo orbital. Desde entonces, hay una presencia continuada en órbita, con 200 astronautas que ya han visitado el complejo. Un total de 15 naciones han contribuido a la construcción de sus instalaciones, y se han llevado a efecto más de 600 experimentos. A través de las 245 expediciones a la estación, hombres y mujeres de todo el mundo han trabajado juntos por la ciencia. En su configuración actual, la EEI mide una superficie parecida a la de un campo de fútbol, y su peso es como el de 320 coches y la superficie de sus paneles solares bastaría para cubrir ocho canchas de baloncesto.