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¿Se puede vivir junto a las más variadas serpientes, tortugas, caimanes, cocodrilos, arañas y todo tipo de reptiles? Rotundamente sí. No hay más que acudir a una casa del barrio del Raval de Cullera para comprobarlo. Allí reside César Olmos, un apasionado de la naturaleza que ha logrado reunir en su domicilio a 300 animales. Y no los tiene allí sólo para gozar contemplándolos. El veneno que extrae de sus serpientes se utiliza en investigaciones médicas.

César ha estudiado biología y ha trabajado como taxónomo en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Su afición viene de lejos. Primero empezó a coleccionar insectos, después fueron reptiles y ahora tiene una de las mayores colecciones privadas de España. "Consigues que especies extrañas críen y te sientes recompensado", aclara César.

El mérito de estos animales está en su aportación a la ciencia. Colabora con el Instituto de Biomedicina de Valencia proporcionándoles venenos, de los que se analizan sus proteínas y se elaboran antídotos genéricos. Además, sirven para la investigación de medicinas contra la tensión arterial y el control de la angiogénesis de los tumores.

Junto con el Zoo de Madrid y el de Cabárceno (Cantabria), César ha impulsado un convenio que pretende crear un banco de sueros antiofídicos. Uno de sus antídotos, precisamente, se utilizó hace meses para curar una mordedura de serpiente cascabel en Madrid. Los animales de César también han participado en exposiciones y en los próximos días se mostrarán en en Holanda.

Actualmente César trabaja en la construcción. "Mantener la colección no es muy caro. Crío ratas, grillos, gusanos o langostas para alimentar a los animales. Sólo compró vegetales y sacos de pienso", explica. Dedica dos horas cada jornada y un día a la semana a alimentar y limpiar a sus animales.

Su colección cuenta con los todos permisos necesarios y en la actualidad está tramitando la constitución como núcleo zoológico.