La Torre Bofilla ha recuperado su esplendor de antaño y presenta un aspecto completamente restaurado gracias a la actuación del Ayuntamiento de Bétera que ha contado con 400.000 euros de financiación facilitados por el Plan Zapatero. La intención del equipo de rehabilitación ha sido mantenerse fiel en todo momento al espíritu con que fue construida, por eso, pese a utilizarse materiales nuevos en la reconstrucción, se han seguido las técnicas originales, por lo que el resultado ha sido totalmente opuesto al del Castillo de Bétera, que tantas ampollas levantó en su momento.

El arqueólogo de Bétera y Moncada, Josep Burriel, uno de los principales artífices de la intervención que se ha llevado a cabo, afirma que "la interacción con el edificio ha sido mínima", una motivación que tiene su origen en "respetar y recrear lo mejor posible el legado que nos dejaron los musulmanes". La actuación ha estado orientada a restaurar aquellos elementos que estaban muy deteriorados o incluso destrozados, como los forjados de los pisos, que habían desaparecido, y que han sido reconstruidos con vigas de madera a semejanza de los originales.

El restablecimiento de los pisos de la edificación ha permitido colocar unas escalerillas como las que existían antaño que permiten acceder al piso superior de la atalaya, desde la que se puede divisar toda la comarca, de la misma manera que los antiguos habitantes de la alquería controlaban el territorio ante posibles incursiones de los cristianos.

La propuesta del ayuntamiento es de convertir el poblado y la torre en un museo, por lo que desde el municipio se están programando visitas guiadas los primeros sábados de cada mes de manera totalmente gratuita. De esta forma, los visitantes podrán pasear por las antiguas calles también restauradas, observar como vivían los musulmanes en sus hogares o trepar por la torre para deleitarse con las magníficas vistas.

Una zona muy degradada

La alquería de Bofilla estuvo abandonada durante mucho tiempo hasta los años ochenta, hasta que el catedrático de la Universitat de València, Pedro Elum, dirigió unos trabajos en el yacimiento que pese a no terminarse, sirvieron para volver a colocar Bofilla en el mapa. Durante este lapsus de tiempo, el poblado fue lugar de recreo de numerosos domingueros que a lo único que contribuyeron fue a desmejorar el estado del yacimiento.

Por eso, una de las primeras medidas que se adoptaron al retomar los trabajos de consolidación fue vallar el terreno para restringir el acceso. Para Josep Burriel "la actuación ha llegado justo a tiempo, posiblemente si no se hubiera actuado este año, la torre se hubiera venido abajo". El arqueólogo considera que la labor no está "ni mucho menos terminada", y asegura que las nuevas actividades deberían estar encaminadas a restaurar el resto del asentamiento.

Un asentamiento con mil años de historia

Los orígenes de la alquería de Bofilla parecen datar del siglo XI, en pleno periodo de esplendor de la taifa de Valencia. La torre de vigilancia no obstante, no se construyó hasta cien años después, debido al avance de los ejércitos de Jaume I. La construcción alcanza casi los 17 metros de altura, con una base cuadrada que va tomando una forma piramidal conforme se va ascendiendo. En aquella época, la fortificación contaba con un círculo defensivo, conocido como albacar. Los propios habitantes se adiestraban militarmente para defender el poblado.