Elvira Roda, la joven de 35 años afectada en grado severo por Sensibilidad Química Múltiple, más conocida como la «chica burbuja», estuvo ayer en un tris de tener que abandonar su casa, situada por razones de salud a la orilla del mar en la playa de La Patacona de Alboraia. El motivo era el derribo de la vivienda contigua, una vieja fábrica de salazones en desuso desde la década de los 80 del pasado siglo y que en su interior ocultaba un regalo envenenado: placas de amianto. La demolición se suspendió finalmente a media mañana para comprobar si la estructura de la antigua factoría también estaba afectada por este material tóxico, con lo que habría que derruir de otra forma y no con una simple excavadora.

La suspensión no es sino una tregua momentánea para Elvira, puesto que está previsto reacometer el derribo en una horas: casi con toda probabilidad mañana mismo, en cuanto se sepa con seguridad si hay amianto en los muros de la edificación. Ese lapso de tiempo deberá servir para que su familia decida definitivamente dónde instalar a la joven hasta que finalice la demolición y la construcción de la nueva vivienda, ya que su organismo no podrá soportar tal invasión de sustancias.

Por el momento, y visto que era sólo cuestión de tiempo que se tirase al suelo la casa de al lado, los padres y el hermano de Elvira ya tenían «mirados varios sitios adonde llevarla». Asimismo, trabajan desde hace meses en la construcción de un habitáculo para transportarla, fabricado con materiales que no le provocan reacción ; sin embargo, no estará preparado para la inminente mudanza.

Todo comenzó a las ocho de la mañana, cuando los padres de la «chica burbuja» montaban guardia —como han hecho durante la última semana y media— frente a la casa de ésta para evitar que se ejecutase la demolición de la vivienda contigua sin saber con exactitud si había o no amianto en su estructura, ya que en caso de haberlo «podría costarle la vida» a su hija. Fue entonces cuando llegó una máquina excavadora y los ancianos dieron la voz de alarma; en apenas unos minutos, se presentaron allí su hijo y varios medios de comunicación.

Carmel, hermano de Elvira, avisó como último recurso a la Guardia Civil y a la Policía Local, pero en ambos casos recibió la misma respuesta: «Si la licencia y la documentación están en orden, no se puede hacer nada». Y lo estaban, puesto que el Ayuntamiento de Alboraia había concedido permiso para demoler la vivienda, según Carmel «sin comprobar nuestra denuncia —llevan meses poniendo la situación en conocimiento de la administración local, autonómica y estatal— acerca de que en las paredes también hay amianto».

A media mañana, sin embargo, Pedro José García, el técnico contratado por el propietario de la vivienda a derruir, ordenó suspender la demolición «hasta comprobar la afectación de la estructura».

Siete catas para saber si hay sustancias tóxicas

El técnico de la empresa especializada en retirar el material tóxico existente en la vivienda, Pedro José García, realizó ayer «siete catas» en la estructura de la casa «para recoger otras tantas muestras». Las evidencias fueron remitidas a un laboratorio de Barcelona que desvelará si efectivamente hay amianto o no en la construcción. Los resultados estarán listos esta tarde o mañana a primera hora. En función de lo que determinen las pruebas, el derribo será inminente o «habrá que ejecutarlo de otra forma», lo que conllevaría un retraso. m. v. alboraia