Las cooperativas siguen siendo un referente en el panorama agrícola valenciano, pero la crisis les está obligando a renovar sus estructuras, o morir. Segarra, firme defensor de la colaboración, participó el jueves en la jornada «El sector agroalimentari, una aposta pel futur a l’Arc Mediterrani» que se celebró en Gandia, organizada por el Cercle d’Economia de la Safor, el Institut Ignasi Villalonga y el Cercle Euram de la Safor.

Los productores siguen perdiendo rentabilidad. ¿Qué ha fallado en un movimiento tan arraigado como el cooperativismo agrario valenciano?

A la crisis económica y financiera se le ha unido la de precios en la citricultura. Pero creo que no es un problema de las cooperativas y su modelo, sino algo generalizado. Las cooperativas somos empresas con capacidad de adaptación. Muchas de ellas son centenarias y han pasado por diferentes etapas. Son las que menos empleo han destruido en esta crisis porque forman parte de la economía social, y por su naturaleza son entidades íntimamente vinculadas a nuestro territorio. Producimos, elaboramos y comercializamos en la C. Valenciana y generamos valor añadido.

Pero en esta era de la globalización es un sector muy atomizado. ¿Sobran cooperativas?

Efectivamente, es un gran problema frente a la gran concentración de la distribución minorista. Nosotros apostamos por empresas fuertes, con capacidad comercializadora y poder de negociación en la cadena agroalimentaria, y queremos que la renta del agricultor provenga de la venta de sus productos en el mercado. Para ello es importante la integración de las cooperativas, que no es lo mismo que la fusión. En este sentido, apoyamos el proyecto de Ley de Integración Cooperativa y Cadena de Valor, que se debate en el Congreso, y hemos aportado propuestas para mejorar el texto. En muchas poblaciones valencianas la cooperativa es la única industria, o la más importante. Así que pueden convivir cooperativas locales, porque al final sus «inputs» revierten en sus socios, pero integradas en entidades de comercialización supra-autonómicas.

¿Comercializan bien las cooperativas agrícolas?

Procuramos que haya economías de escala en la comercialización, porque tenemos que convivir con una gran distribución minorista que tiene la posición dominante y marca los precios. Y en el campo continúan dándose prácticas abusivas como la venta a pérdidas o sin contrato de compraventa. Las cooperativas han contribuido a mantener la renta del agricultor.

¿El sector agroalimentario nos ayudará a salir de la crisis?

Creo que sí. Los políticos suelen destacar el turismo o el comercio, pero el sector agroalimentario, y los subsectores dependientes como transporte, embalaje o fitosanitarios, representa el 18 % del PIB valenciano.

¿Cree que la industria agroalimentaria ha innovado más que la agricultura?

Las cooperativas más grandes sí que han innovado, no tanto las pequeñas. Pero también es importante un I+D+i que esté al servicio de los productores desde el sector público como el IVIA, aunque también al instituto le han afectado los recortes y habría que dotarle de más recursos.

¿Cómo ha afectado la desaparición de las cajas rurales ? ¿Cajamar será sensible a los intereses de los agricultores?

Esperemos que sí, Cajamar tiene mayor capacidad de financiación. Quedan algunas cajas rurales locales importantes como las de Algemesí, l’Alcúdia, Onda o Betxí, y secciones de crédito fuertes en las cooperativas. Queremos que fluya el crédito para nuestras actividades, venga de donde venga, porque somos economía real, no especulativa, y cada céntimo invertido en este sector tiene un efecto multiplicador. La responsabilidad social está en el ADN de las cooperativas.