La esperada planta potabilizadora de la Ribera, que acabará de raíz con los históricos problemas de contaminación en el agua potable que sufren unos cien mil vecinos de cinco poblaciones de la Ribera: Alzira, Carcaixent, Cullera, Favara y Llaurí, ya está concluida.

Tras varios anuncios que no se habían concretado porque las prisas de los políticos por inaugurar chocaban con los requerimientos de los técnicos, que reclamaban cautela en su puesta en funcionamiento, la potabilizadora, con todos los controles en regla, ya tiene fecha de inauguración. Será este mismo martes por la mañana, en un acto presidido por el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra.

Pese a su penuria económica, el Consell ha dado a esta obra el carácter de prioritaria y tanto el vicepresidente, José Císcar, como el director general del Agua, José Alberto Comos, llevan meses en espera de poder apuntarse el tanto político que para su partido significa solucionar un problema que la Ribera arrastra desde hace más de 30 años y que parecía no tener solución. Y de paso acallar críticas de la oposición en un tema tan sensible como el del agua.

Con un presupuesto de diez millones de euros, la potabilizadora, cuya primera piedra data de marzo de 2011, es, además, la mayor obra pública que se ha construido en la Ribera en estos años de absoluta sequía inversora.

Y pese a que varias previsiones han fallado finales de 2012, Navidades de 2013 lo cierto es que el actual Consell de Fabra es el que ha dado el espaldarazo definitivo a la instalación, después de que los anteriores responsables de Agua, Maritina Hernández o Juan Cotino, mostraran cierto desinterés hacia esta infraestructura, que se licitó en 2009, pero que, como todo el plan de abastecimiento a la Ribera, acumulaba un retraso tras otro. Sin embargo hubo un punto de inflexión en este proceso. Un hecho que disparó todas las alarmas en la Generalitat. Ocurrió hace justo un año, en febrero de 2013, cuando se prohibió el consumo de agua en Alzira por la aparición de pesticidas en el agua. Desde entonces, las prisas se acrecentaron y las reuniones entre políticos y técnicos se intensificaron. Fuentes conocedoras apuntan que mientras los problemas afectaban a municipios pequeños, como había ocurrido en Llaurí, o incluso en Carcaixent, cuyo ayuntamiento puso solución con filtros, se podía capear el temporal, pero la estampa de una ciudad de 45.000 habitantes, como Alzira, con sus habitantes recogiendo agua en la calle en plantas de tratamiento suponía un espectáculo letal para cualquier gobernante.

Esta semana recibirán el agua Cullera, Alzira, Carcaixent, Favara, y Llaurí; a ellas se sumará en 2015 Algemesí y está por ver si la infraestructura suministra también a Sueca, Albalat, Polinyà, Corbera, Fortaleny y Riola, cuyos gobiernos, de izquierda, se niegan a recibir el agua de esta instalación.