El Teatro Romano de Sagunt era una edificación «prescindible» para el Gobierno español del siglo XIX. Así lo cree José Luis Arcón, historiador militar y especialista en la ocupación napoleónica, quien ha sacado a la luz un documento único. Se trata de un decreto por el que el Gobierno español afincado en Cádiz daba luz verde a la destrucción del monumento, datado alrededor del año 50 d.C., que, tras una serie de polémicas remodelaciones, hoy en día es el escenario cada verano del Festival Sagunt a Escena, cuya edición de este año se clausura esta noche.

«El Gobierno tenía una razón de peso para querer derribarlo en esa época, porque el Teatro Romano era un obstáculo para los objetivos militares y de defensa de la ciudad». Por su ubicación «favorecía a los atacantes añade el historiador ya que podían asaltar la fortificación desde allí con relativa facilidad», según Arcón, quien enfatiza la importancia que hubiese supuesto la destrucción del monumento para Sagunt, «cuyo patrimonio goza hoy de gran renombre dentro y fuera de la Comunitat Valenciana».

Según esta investigación, el Gobierno de Cádiz aprobó, en julio de 1811, la demolición del Teatro en el caso de que hubiese una amenaza de invasión, algo que no tardó en llegar puesto que el ataque a Sagunt por parte de los franceses se produjo poco después de la expedición del documento, concretamente en septiembre de 1811.

En aquel verano, los militares españoles debían pedir permiso para actuar sobre el monumento, ya que había sido declarado bien de interés cultural (BIC) por el Gobierno de Manuel Godoy en el siglo XVIII. Según Arcón, la razón por la que el Teatro Romano siguió en pie fue la complicada situación económica en España. El país «pasó una gran crisis económica a principios del siglo XIX y después de la derrota en la Guerra de Independencia contra las tropas napoleónicas, el Gobierno se declaró en bancarrota», explica el historiador. Esa coyuntura provocó que los españoles dejaran «a medias» la refortificación del Castillo por falta de fondos, una tarea que retomaron los franceses tras la caída de la ciudad y que alejó la amenaza sobre el Teatro Romano, cuyo uso escénico era prácticamente nulo. «Sagunt era, para las tropas que pasaban por allí, un monte sembrado de ruinas dignas de visitar, pero fuera de interés militar», destaca Arcón.

Polémicas remodelaciones

Tras este episodio, las intervenciones en el Teatro Romano de Sagunt nunca han estado exentas de polémicas. La última remodelación data de hace un par de décadas, una actuación que llevó a sus promotores hasta el Tribunal Supremo, donde en 2008 se ratificó la «inadecuada» rehabilitación del monumento.

Posteriormente, la Generalitat y el Ayuntamiento de Sagunt evitaron que el Teatro volviera a su estado anterior, ya que la Justicia amparó sus razones para no cumplir la sentencia al escudarse en el «principio de eficiencia del gasto público» y «la imposibilidad de ejecutarla».