Son raras las ocasiones en las que un perro pasa a la historia. En Tokio, concretamente en la estación de Shibuya, se erigió en 1934 una estatua de bronce en honor a Hachiko. El can que esperó durante diez años el regreso de su fallecido dueño. Hachiko se ha convertido en símbolo de la fidelidad para el pueblo japonés, como lo es Rex para los vecinos de Sueca.

Esta semana murió el compañero de Leonor Martí, conocida en el municipio como Vicentiqueta. Con más de 80 años a sus espaldas esta vecina de la Ribera se hizo popular gracias al carácter afable de su mascota. Hasta su último aliento Rex acompañó a Vicentiqueta a todas partes, incluso a hacer la compra.

De hecho, cuando salían a la calle a por los típicos recados del día era el propio perro quien cargaba con la cesta. Una imagen que siempre conmovió a los vecinos de Sueca quienes se convirtieron en testigos de la complicidad que existía entre los dos.

La anciana adoptó a Rex en muy malas condiciones de salud y siendo ya adulto. Generalmente es más complicado educar a un perro de avanzada edad, aunque este hecho nunca asustó a Vicentiqueta quien le dio agua con una jeringuilla y yogur con una cucharilla hasta que el animal recuperó fuerzas. Finalmente gracias a los cuidados de su dueña lo logró.