Tras el espectacular desfile de los cristianos, seguido por miles de personas en Ontinyent, la entrada mora llegó en la madrugada del viernes al sábado con no menos despliegue de fuerza y color. Respecto la capitanía Mora, Laura Gramage, transformada en la Reina Morayma, lideraba desde su carroza una representación de un desembarco de tropas Benimerinas al peñón de Gibraltar, en dirección a Granada. Caballerías, carrozas y sobre todo, las espectaculares coreografías destacaban en la capitanía, así como la música, con protagonismo especial para la percusión y dolçaina. También era destacable la presencia del abuelo de la capitana, que fue en su turno capitán en 1957, y a pesar de su avanzada edad, 58 años después, bajó de nuevo por la avenida Daniel Gil sentado en una carroza.

El desfile, que se cerraba con el paso de l'Ambaixada dels Mossàrabs, con Ignacio Bordera como Ambaixador y José Pedro Jordá com a Banderer, rememoraba un viaje por la ruta de la Seda, una expedición de los pueblos del Islam en dirección a Asia. En el boato, las caballerías, la riqueza del vestuario, la danza y la percusión volvieron a ser protagonistas en un ambiente que también hacía referencias a los contactos con la cultura oriental de los pueblos árabes.

Presencia del «Meló d'Or»

Los minutos previos tando a la entrada cristiana como a la mora eren aprovechados por el Ayuntamiento como plataforma de difusión del Meló d'Or de Ontinyent, con una caseta móvil con la imagen del producto y diversos actores disfrazados de agricultores, que repartieron degustaciones y hasta melones entre el público.