Cuando el poniente y la humedad aprietan, nada más relajante que adentrarse en el interior de La Serranía. A poco más de sesenta kilómetros de Valencia, el visitante puede encontrar un remanso de tranquilidad, tradición y un clima seco ideal para aliviar la canícula estival.

La ocupación de casas rurales en las comarcas de Los Serranos y El Rincón de Ademuz para pasar el verano, Semana Santa, Nochevieja o Reyes ha crecido en los últimos años. El auge del turismo rural ha provocado un aumento notable de esta actividad en ambas comarcas.

El atractivo de esta zona para pasar fechas señaladas o períodos vacacionales contrasta con el abandono de población al que está sometido el interior valenciano. Alpuente o Chulilla son los municipios de la comarca que mejor ha explotado este nuevo filón económico. La empresa rural Las Travinas posee cinco casas, repartidas por las diferentes aldeas alpuentinas.

Aunque es en los períodos vacacionales de invierno, como Navidades o Pascuas, cuando mayor afluencia de clientes se produce; este tipo de residencias cuenta con una clientela bastante estable cuya edad media está en torno a los treinta años y la mayoría de ellos están casados y con hijos pequeños.

Chulilla ha aumentado su oferta con nuevos establecimientos rurales. A Los Cinglos, Casa Marieta, Casa Baronía, Hostal El Pozo? hay que añadir Casa La Rocha. Este recinto pone a disposición del visitante una vivienda rehabilitada y decorada con un gusto exquisito por su propietario, el conocido realizador televisivo Estanislao Fabuel. Con una capacidad de albergar hasta ocho personas, tiene vistas directas a la Muela de Chulilla. La buhardilla conserva las vigas de madera originales, con un muro cortina de cristal desde donde se puede ver la zona del salón y el balcón interior de la biblioteca. Una amplia zona de relax con sofá, proyector para TV, TDT, DVD, música y vistas al castillo y hoces del Turia permiten al turista combinar la tranquilidad con la tecnología.

En Alcublas, el complejo Collado de la Seca ofrece al visitante habitaciones con vistas a diferentes parajes de interés paisajístico del municipio y una oferta gastronómica que combina los platos tradicionales con la sofisticación de la cocina moderna. La casa rural El Mirador de la Torre, situada en el corazón de Alcublas, debe su nombre a la magnífica vista que desde gran parte de la casa se tiene de la torre campanario de la iglesia parroquial. Se trata de un edificio construido sobre el espacio ocupado, anteriormente, por los corrales, bodega y almazara de una casa del siglo XVI que, posteriormente, con el crecimiento demográfico de la localidad en el siglo XVIII fue subdividida en, al menos, tres viviendas diferentes. La casa ha sido rehabilitada utilizando materiales tradicionales y conservando todo lo que se ha podido restaurar de lo que en ella había, pero utilizando criterios actuales en lo relativo a la distribución de espacios y dotación de servicios. El edificio está formado por tres cuerpos en forma de «u» con un gran patio interior, y cuenta con cinco habitaciones dobles, dos baños, cocina y comedor. Esta casa está englobada dentro de la oferta de la cooperativa Titastur, que cuenta con establecimientos en Titaguas (Abuelina), Chelva (Pajuzo) o Chulilla (Casa Baronía). Otra cooperativa de casas rurales que está funcionando en la comarca es Serraval.

En Aras de los Olmos, Aras Rural es un destino de interior pionero en este tipo de escapadas, así como El Racó de l´Om de Andilla. La media de edad de sus inquilinos está en torno a los cuarenta años y las reservas superan el ámbito autonómico. En Bugarra podemos encontrar La Casa Cortina.

Otro tipo de alojamiento, más económico, podemos encontrarlo en los cinco albergues situados en los alrededores del Embalse de Benagéber. El perfil de los clientes son grupos de jóvenes, sobre todo en pandillas de amigos, que no superan los veinticinco años. Durante el resto de meses los albergues tienen una ocupación media del sesenta por ciento, pero en estas fechas o Semana Santa la ocupación se disparan hasta el cien por cien.

Municipios con encanto

Otros pueblos no tienen casas rurales oficializadas aunque, particularmente, muchos vecinos de estas localidades alquilan viviendas de su propiedad para este tipo de turismo. En El Rincón de Ademuz, la oferta de alojamiento para los turistas ronda el centenar de plazas, cuando el número de habitantes de esta pequeña comarca del interior valenciano apenas supera este número.

La Serranía, con una extensión de 1.352 kilómetros cuadrados, constituye un territorio de indudable carácter unitario durante los últimos siglos. Pese a esta circunstancia, la delimitación territorial ha experimentado variaciones durante los últimos años. Actualmente se compone de 19 municipios (Aras de los Olmos, Titaguas, Alpuente, La Yesa, Tuéjar, Benagéber, Chelva, Calles, Domeño, Sot de Chera, Chulilla, Losa del Obispo, Villar del Arzobispo, Bugarra, Pedralba, Gestalgar, Higueruelas, Andilla y Alcublas).

La comarca se caracteriza por una elevada altitud media y constituye una accidentada depresión entre montañas en la que destacan algunos grandes valles, corredores y altiplanos, aptos para el asentamiento de la población y el desarrollo de la actividad agraria, aunque predominan las áreas quebradas y de pendientes pronunciadas. Esta orografía ha dificultado la interrelación y comunicación entre los diferentes municipios.

Tras siglos de crecimiento, a comienzos del siglo XX, hacia 1910, La Serranía alcanzó el mayor volumen de población de su historia, unos 33.000 habitantes. La corriente migratoria que se produjo en los años siguientes, muy intensa durante la década de 1920 a 1930, la redujo a 28.000 residentes en 1930. La comarca fue perdiendo población (24.000 en 1960, 20.000 en 1970, 15.000 en 1981) hasta los 13.000 vecinos con los que cuenta en la actualidad. Muchos de los descendientes de los que allí vivieron conservan en estos municipios una vivienda de segunda residencia, por lo que la población en épocas estivales o períodos vacaciones se cuadruplica.