Noemí Oms, Peñíscola

La efigie, de dos metros de altura y 700 kilos de peso, rinde tributo a un personaje que convirtió Peñíscola en sede pontificia seis siglos atrás y que la historia le robó tras las consecuencias del cisma eclesiástico. Un protagonismo al que también se refería el alcalde de Peñíscola, Andrés Martínez, quien incidía en que a partir de ahora «la escultura se convertirá en el foco de atención de los más de 300 mil visitantes y turistas que cada año acceden a la fortaleza o que, simplemente, se acercan a su entrada». Y es que el pontífice se ha convertido «en el mejor embajador de la historia de nuestra ciudad» en palabras del primer edil, por lo que es justo «reivindicar, fomentar, divulgar y legitimar su figura».

La pieza, que ha sido financiada por la Diputación de Castelló, ha sido realizada en bronce y fundida en Antequera (Málaga) en las instalaciones de Fundiciones Artísticas del Sur. Desde su situación privilegiada en la zona rocosa de la entrada, justo al lado de la iglesia el Papa Pedro de Luna muestra un aspecto anciano, vestido con capa y corona, sentado en su trono papal.

En la elaboración de esta obra han colaborado los escultores Jose Manuel Patricio Toro y Francisco Javier Galán. A pesar de la labor que en los últimos años se ha realizado para recuperar la figura del gran protagonista del Cisma de Occidente desde la institución provincial, la figura de este controvertido pontífice sigue siendo poco conocida. Tal vez, por la falta de un monumento emblemático que estuviese a la altura del personaje histórico.