Rafel Montaner, Domeño

El socialista Vicente Madrid es, a sus 87 años, el alcalde más longevo de la Comunitat Valenciana. Al frente del Ayuntamiento de Domeño (688 habitantes) desde hace 25 años, pocos saben que este veterano luchador antifranquista sufrió en carne propia las palizas de la Guardia Civil y la cárcel, fue encerrado hasta tres veces en la Modelo de Valencia, por apoyar a los guerrilleros.

"La odisea fue larga y difícil, entonces no se podía ni respirar. Mi familia había comprado todos los números para que no quedáramos ni uno... pero, por suerte, lo pudimos contar", explica con alivio. La primera de las cuatro veces que visitó la Modelo fue al acabar la Guerra Civil, en 1939, y lo hizo con toda la familia: Su hermano mayor, Rafael, y él, que tenía 18 años, que se habían ido voluntarios al frente, y su padre, estuvieron meses en prisión por rojos.

A finales de la década de los años 40, Rafael, que pertenecía al PCE, "era el jefe de la organización comunista de Domeño y distribuía por la zona el periódico Mundo Obrero, el órgano oficial del partido en la clandestinidad", narra Vicente, que añade que también dirigía una red de enlaces que prestaba apoyo a la guerrilla. "Se comprometió a muerte con el maquis", apunta.

Robar aceitunas para la guerrilla

Ese compromiso lo arrastró a él también. "Por la noche íbamos a robar aceitunas y con sacos de 40 kilos a cuestas recorríamos las montañas hasta una almazara en la que molíamos a escondidas aceite para la guerrilla". Con una memoria prodigiosa, Vicente relata que el 15 de agosto de 1946 tuvieron escondido a un guerrillero en su casa durante 11 días.

"Bajaba con otro maquis a Valencia cuando los paró la Guardia Civil, a uno lo detuvieron, pero él pudo escapar". Una noche, a las tres de la mañana, lograron sacarlo por Tuéjar escondido entre la carga de esparto de un pequeño camión. "Hicimos una cueva dentro del esparto y lo metimos allí. Si nos hubieran pillado, nos habría pasado como a los 8 de Benagéber".

Vicente conoce bien lo que pasó en Benagéber, pues su hermano estaba entonces en las filas de la guerrilla. "En enero de 1947, días después de la toma de Losa del Obispo, se echó al monte minutos antes de que llamaran a la puerta de su casa para detenerle". Tuvo la fortuna de que los policías de paisano que llegaron a Domeño con metralletas ocultas bajo las gabardinas le preguntasen precisamente a él por la casa del alcalde. "Rafael se dio cuenta de que aquellos venían a por él y se incorporó al maquis, a un campamento que tenían en el barranco de los Diablos, e Domeño".

Vicente y su cuñada, que tenía una niña pequeña, no tuvieron tanta suerte y acabaron en la modelo por ser hermano y mujer de guerrillero. Vicente explica que su hermano participó en el control de carretera que desencadenó los sucesos de Benagéber y estaba entre los que huyeron de Valdesierra. "Andábamos de noche y dormíamos de de día, me decía".

Fichado por ser hermano de maquis

Luego, la organización clandestina del PCE le ayudó a escapar a Francia. "No volvió hasta que murió Franco, 30 años después", destaca Vicente, quien fichado como hermano de maquis comenzó a ser una víctima asidua de las redadas de la Guardia Civil.

En una de ellas, uno de sus compañeros fue detenido por una contrapartida, operaciones en las que las fuerzas de seguridad se disfrazaban de guerrilleros y pedían ayuda a la gente a cambio dinero o bajo amenaza. Estas contrapartidas aterrorizaron a la población de Los Serranos con palizas, detenciones y asesinatos nunca esclarecidos. "Cayó en la trampa, lo torturaron y me denunció", dice sin ningún rencor.

En una de estas detenciones le dieron una paliza con una verga. "No conté los vergazos que me dieron porque ya tenía bastante con gritar y maldecir". Añade que la gente ya sabía lo que le esperaba cada vez que la Guardia Civil se los llevaba, hasta el punto que "hubo un hombre que se ató una piel de cordero al cuerpo debajo de la camisa para aguantar los golpes, y no se dieron cuenta".

Una pistola en la cabeza

En la cárcel de Chelva, donde uno de los guardianes "se jactaba de mear en el botijo en el que nos daba de beber", vio de cerca la muerte. Un capitán de la Guardia Civil le apuntó a la cabeza por ayudar a escapar a un preso. "Yo lo negaba, a pesar de que era verdad", dice con una sonrisa de niño pillo.

Los que no tuvieron tanta suerte fueron el juez de paz de Domeño y su hijo, a quienes la guerrilla asesinó el 11 de julio de 1949. Les acusaban de delatar a un guerrillero que fue abatido por la Guardia Civil. "A los 20 minutos de descubrirse los cuerpos ya tenía a los agentes en casa". Lo detuvieron e interrogaron, "pero me dejaron libre al descubrir que el juez llevaba escondida en la faja una nota que decía "Así pagan los guerrilleros de Levante a los traidores"".

El día del entierro, "ni una mosca se oía en Domeño, el pueblo estaba lleno de guardias... Que días, que momentos!", recuerda con tristeza.