?

Hasta en tres ocasiones diferentes fue invitado el testigo protegido en el caso del crimen de Polop a los reservados del club Mesalina para ofrecerle matar a Alejandro Ponso?da, según declaró éste ante la juez. Treinta y cinco mil euros pagados en tres plazos diferentes, un modo de pago con el que no estaba muy de acuerdo. Al final, se le llegaron a ofrecer hasta 50.000 euros, pero no quiso saber nada del encargo.

Cada día se conocen nuevos detalles de la reunión en la que supuestamente se gestó el asesinato del primer edil polopino. Los testimonios de este testigo protegido son una de las principales bazas que han permitido a la Guardia Civil detener a las siete personas que hoy están en prisión como presun?tos autores materiales del crimen.

El testigo protegido desveló a la juez hasta tres reuniones diferentes en la sala vip de club Mesalina, en las que se habló del asesinato de Alejandro Ponsoda y que se celebraron en el mes de agosto de 2007. El crimen se cometió a finales de octubre. En esas reuniones, el testigo identificó claramente a Juan Cano, ex alcalde de Polop, y al empresario Salvador R., así como al gerente y a uno de los dueños del club. En la primera reunión, este testigo habló también de un hombre y una mujer rubia española a quienes no supo identificar, que acompañaban a Cano. Según manifestó, el dueño del club le pregun?tó si quería hacer un trabajo de los que había hecho antes en África. El testigo contestó que hacía tiempo que no realizaba esos trabajos, que los había hecho antes para gobiernos y rebeldes. Aunque no le interesaba, preguntó de quién se trataba y cuánto dinero se pagaba. Salvador R. le dijo que debía matar a una persona que tenía un problema con su amigo. Los dueños del club le indicaron entonces que a quien debía matar era al alcalde de Polop, que el trabajo podía venirle bien. Sin embargo, no aceptó al no poner?se de acuerdo con la forma del pago. El testigo volvió a su trabajo de portero y la fiesta en el interior de la sala se prolongó más allá de las ocho de la mañana.

Pocos días después, le volvieron a llamar al reservado para volver a insistir en el encargo, pero el dinero era de menos de 35.000 euros a pagar en tres plazos. El hombre desconocido y la rubia no estaban. Pe?ro esta vez tampoco aceptó las condiciones. Días después, vio una tercera reunión en la sala. Por aquel entonces, los presuntos conspiradores ya se habían puesto en contacto con Raúl M. T. y los dos checos ahora detenidos como los presuntos autores materiales del crimen. Cuando trató de asomarse, le cerraron las puertas en las narices y le dijeron que él no tenía nada que ha?cer allí.

Sin embargo, días después, el dueño del club se le acercó subiendo hasta los 50.000 euros. El testigo dijo que no quería saber na?da del tema. El testigo dijo claramente a la juez que la forma en la que se preparó ese trabajo "era de idiotas", porque lo sabía demasiada gente.

50.000 euros en fiestas

Por esas fechas, los dos checos, que siempre habían tenido problemas de liquidez empezaron a manejar mucho dinero, gastándolo en bebi?das, drogas y otros clubes, insinuando que ése fue el destino del dinero que recibieron por el encar?go. La cantidad total que pudieron recibir podría rondar los 50.000 euros. Un dinero que pudo ser dilapidado en fiestas en otros prostíbulos de la comarca. La Guardia Civil no ha encontrado envíos significativos de dinero a su país de los dos checos. Las cantidades enviadas no han excedido los 200 euros.

De todas maneras, pudo haber un problema con el pago del tercer plazo. El testigo protegido contó que los checos se presentaron muy disgustados en el local porque todavía no les habían pagado el tercer plazo prometido tras realizar el asesinato. Además, el testigo se aventuró a decir también que creía que Ca?no pagó y que los responsables del prostíbulo se lo quedaron para su disfrute personal gastándolo en consumir drogas y en otros prostíbulos.