Paco Cerdá

Aquel lunes 23 de febrero de 1981 parecía un día normal para el capitán José Luis Cervera Torrejón. Tenía 38 años -21 de ellos en el Ejército- y llevaba un lustro destacado en la sección de Operaciones del Estado Mayor de la Capitanía General de Valencia. Su cometido principal consistía en la preparación, comunicación y supervisión de ejercicios de alerta a las unidades militares valencianas. Es decir: presentarse por sorpresa en los cuarteles de Bétera o Paterna, a veces incluso en plena madrugada, y ordenar a los mandos que realizasen un simulacro. Era una forma de tener preparadas a las unidades de la III Región Militar. Ese mismo día 23, por la mañana, el capitán Cervera había estado supervisando un ejercicio de alerta. Luego comió tranquilamente en Capitanía General. Y en torno a las cuatro y media de la tarde le encargaron una misión rutinaria: llevar una orden de alerta al cuartel general de la División Maestrazgo en Valencia. "Lo había hecho montones de veces", cuenta ahora, a sus 67 años, Cervera Torrejón. Pero en esta ocasión le cambió la vida.

Su jefe inmediato le entregó un sobre lacrado de color blanco y tamaño DIN A4 que contenía la alerta en cuestión. El sobre lacrado estaba dentro de un sobre exterior que tenía que entregar al jefe del Estado Mayor de la División Maestrazgo. Nada fuera de lo común. Bueno, algo sí. "Normalmente, los sobres con alertas los cerraba yo. Pero esta vez me lo dieron ya lacrado", recuerda José Luis Cervera.

El capitán se montó en un coche con chófer del Ejército para realizar el corto trayecto que separa la Plaza de Tetuán de la calle Serrano Flores, al otro lado del río. En pocos minutos llegó al cuartel general de la División Maestrazgo. Y ahí se intensificaron las anomalías. "Por la forma en que me recibieron me di cuenta de que pasaba algo raro. Porque normalmente, cuando un militar recibe alertas de maniobra se pone alegre porque cambia la rutina por una actividad que a los militares nos gusta. Por eso, cuando ves caras largas te pones mosca", explica Cervera. Él departió breves minutos con la gente de la división y entregó el sobre lacrado al jefe del Estado Mayor de la División Maestrazgo. Misión cumplida.

Con el mismo coche regresó a Capitanía General. Por el camino, el azar quiso que se encontrara con su esposa, que venía de recoger a los niños del colegio. El capitán Cervera hizo parar al chófer, se bajó del vehículo y le dijo a su mujer: "Compra leche en polvo". Era una contraseña que ambos habían establecido en aquella época de intentonas golpistas y atentados terroristas para avisar de que podían haber problemas. Y, efectivamente, los hubo.

Cervera Torrejón llegó a Capitanía General y se instaló en su despacho. "A los cinco o diez minutos de estar allí -recuerda- me avisaron de que me presentara en el despacho del general del Estado Mayor. Me presenté allí y mis tres superiores me dijeron que el Congreso estaba ocupado y que el sobre que yo había entregado en la División Maestrazgo contenía la orden de ocupar Valencia. Me amenazaron y me ordenaron que me encerrase en mi despacho, con el teléfono desconectado". Allí pasó toda la noche. No salió hasta bien entrada la mañana, cuando ya se habían llevado detenido a Milans del Bosch hacia Madrid.

Objetivo: implicarle en la trama

Al observador ajeno puede extrañarle que la cúpula militar valenciana encargase esta misión, aunque sin revelársela, a un capitán con fama de progresista. Cervera Torrejón tiene una respuesta. "Precisamente fue por eso. Era una forma de implicarme y decirme que si abría la boca estaba como los demás. Oficialmente, yo era el que lo había hecho", interpreta el afectado.

De hecho, la historia le da parcialmente la razón. La sentencia de hechos probados de aquella intentona golpista afirma que el capitán Cervera había "ordenado" la salida de las tropas en Valencia. "¿Tú crees que un capitán puede dar orden a un general de ocupar Valencia? Pues así figura en la sentencia. Al final, siempre se les echa la culpa a los mensajeros", concluye José Luis.

En este caso, y a pesar de ser evidente que la mala fortuna lo quiso involucrar en la trama golpista, la repercusión de ser el mensajero del 23-F valenciano fue doble. Por un lado, tuvo efectos para su carrera. Un experto en historia militar consultado por este diario no duda en afirmar que Cervera, que pasó a la reserva en 1998 como coronel, "hubiese llegado a general" de no ser por la mácula involuntaria del 23-F. Él mismo así lo reconoce. "¡Claro que esas cosas las aprovechan, en un sentido o en otro! Pero tal vez, siendo general hubiese tenido un accidente en coche y me hubiera matado", responde Cervera sin demasiadas ganas de especular al respecto. Su nombre también apareció "en las listas de quienes había que liquidar".

Por otro lado, su papel casual en la historia le sigue atormentando. Para un hombre de talante progresista e ilusionado con la reconversión democrática del Ejército como es Cervera Torrejón, resulta inevitable que el hecho de haber actuado como correo de Milans del Bosch el 23-F le siga carcomiendo. Así lo resume él, por primera vez en público: "Te han hecho una cosa que te destroza y me ha tocado a mí hacer ese papelón. Saber que has participado en una traición, por mucho que no tengas culpa de nada, no es como para sentirse orgulloso. Te produce la tristeza de haber sido tú, de haber sido un eslabón de la cadena que ha originado una catástrofe. ¡Claro que duele! -zanja-. Aunque haya sido sin querer".

José Luis Cervera Torrejón (Valencia, 1942) ingresó en la Academia General Militar en 1960. Realizó los más selectivos cursos militares (Estado Mayor, Estados Mayores Conjuntos y de Aptitud para el Generalato) y cívico-militares. Desempeñó puestos y mandos de responsabilidad (Alto Estado Mayor, Profesor de la Escuela de Estado Mayor, Estado Mayor de la Capitanía General de Valencia, mando del Centro de Comunicaciones del CG. del Ejército) y llevó a cabo numerosas comisiones en ejércitos de otros países. Ascendió a coronel en 1992 y pasó a la reserva por tiempo de servicio en 1998. Desde su retirada, Cervera Torrejón -de corte progresista- se ha dedicado a la investigación de la historia militar. Entre sus obras figuran los estudios biográficos sobre Joan Baptista Basset, el militar valenciano que encabezó la revuelta de los maulets en la Guerra de Sucesión. Cervera Torrejón ha publicado en la Editorial 3 i 4 "Basset: mite i realitat de l'heroi valencià" (2003) y "Joan Baptista Basset: Vida i mort del líder Maulet" (2006). También es el autor del libro "La batalla de Almansa. 25 de abril de 1707", editado por las Corts. p. cerdàvalencia

Un militar progresista que ha biografiado al líder maulet Basset

José Luis Cervera Torrejón (Valencia, 1942) ingresó en la Academia General Militar en 1960. Realizó los más selectivos cursos militares (Estado Mayor, Estados Mayores Conjuntos y de Aptitud para el Generalato) y cívico-militares. Desempeñó puestos y mandos de responsabilidad (Alto Estado Mayor, Profesor de la Escuela de Estado Mayor, Estado Mayor de la Capitanía General de Valencia, mando del Centro de Comunicaciones del CG. del Ejército) y llevó a cabo numerosas comisiones en ejércitos de otros países. Ascendió a coronel en 1992 y pasó a la reserva por tiempo de servicio en 1998. Desde su retirada, Cervera Torrejón —de corte progresista— se ha dedicado a la investigación de la historia militar. Entre sus obras figuran los estudios biográficos sobre Joan Baptista Basset, el militar valenciano que encabezó la revuelta de los maulets en la Guerra de Sucesión. Cervera Torrejón ha publicado en la Editorial 3 i 4 «Basset: mite i realitat de l´heroi valencià» (2003) y «Joan Baptista Basset: Vida i mort del líder Maulet» (2006). También es el autor del libro «La batalla de Almansa. 25 de abril de 1707», editado por las Corts. p. cerdà valencia